Muerte de Georgie Dann

Sol, hormigón y barbacoa

Las letras de sus canciones, bobas y chabacanas, reflejaban una época de estereotipos machistas y racistas, que hoy nos parece superada

Georgie Dann, fotografiado en 2013

Georgie Dann, fotografiado en 2013 / Julio Carbó

Jordi Puntí

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'El chiringuito, el chiringuito'... Se ha muerto Georgie Dann. Sus canciones no me gustaban, pero estos días han vuelto a sonar y ahora no me las quito de la cabeza. Me doy cuenta de que conocía muchos de esos ritmos repetitivos, que cada verano se volvían más facilones y por lo tanto también más presentes en las playas. Empezaban por Lloret y Salou, Magaluf y Benidorm, y de allí iban conquistando nuestras orejas como un virus. ¡Incluso se bailaban en las fiestas de las bodas, por Dios! Georgie Dann era francés y, como otros cantantes de su país —Joe Dassin, Francis Cabrel—, en los años 70 probó suerte en castellano y ya se quedó. Al principio su acento era fuerte y tenía una actitud entre seductora, chuleta y divertida, acentuada por las camisas con lentejuelas y las chicas guapas. Podría haber sido el malo en una novela negra de Sébastien Japrisot —a las de Simenon no llegaba.

Las letras de sus canciones, bobas y chabacanas, reflejaban una época de estereotipos machistas y racistas, que hoy nos parece superada. ¿Pero de verdad que ya no se escucha? El otro día fui a ver la muestra de fotografías de Txema Salvans en la galería Foto Colectania. Se llama 'Perfect Day' y estará hasta el 21 de noviembre. Como es habitual en sus proyectos, Salvans retrata un mundo y una gente que nos son extraños y a la vez creíbles, casi familiares. Desde el Mediterráneo, pero de espaldas al mar, encuentra un paisaje que tiene todos los ingredientes del verano, pero lejos de los pinos y rocas y cerca de la huella humana. Un paisaje hecho de sol, cemento y barbacoas, de veraneantes desplazados que, en cualquier sitio, aunque estén rodeados de hormigón y chimeneas industriales, se visten el bañador y plantan la hamaca o la mesa de camping, con la intención de pasar un día perfecto. Presencias minúsculas entre el cemento que se impone, niños perdidos en descampados sin alma. Miraba esas fotos y pensaba que, de fondo, en muchas de esas escenas actuales podría sonar la música de Georgie Dann. 'La barbacoa, la barbacoa'... (lo siento si ahora ya no se la pueden quitar de la cabeza).

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