Ágora

La pornografía en las aulas: el nuevo reto educativo

La única forma de mitigar los efectos del consumo de porno en niños, adolescentes y jóvenes es ofreciéndoles información sobre sexualidad adaptada a su edad y resolviendo todas sus dudas

Barcelona 10 02 2021 Sociedad Aula de bachillerato del Institut Escola Costa i Llobera  Foto Ferran Nadeu

Barcelona 10 02 2021 Sociedad Aula de bachillerato del Institut Escola Costa i Llobera Foto Ferran Nadeu / Ferran Nadeu

Berta Aznar

Berta Aznar

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No hace ni una semana que los medios se hacían eco de una impactante noticia en la India; dos niños mataban a golpes a una niña de seis años porque no quería ver pornografía con ellos y reproducir las escenas. Esta noticia puede parecernos muy lejana, tanto por la gravedad de los hechos como por la distancia física que nos separa de este país, y también por las diferencias culturales existentes, pero lo cierto es que hay algo que nos vincula mucho a este fatídico suceso: el consumo de pornografía a edades cada vez más tempranas y el impacto negativo que tiene en niños y adolescentes es un fenómeno global y cada vez más alarmante.

Actualmente la pornografía ‘mainstream’ (aquella que se encuentra con mayor facilidad en internet) se basa en prácticas cada vez más violentas y agresivas, especialmente hacia la mujer. Este hecho es en sí mismo muy preocupante, puesto que se trata de prácticas que hay que hacer de verdad para que sean grabadas y, por tanto, implican agresiones reales hacia las mujeres que participan. Con el argumento de la libre elección de las mujeres para hacer lo que quieran con sus cuerpos se justifican situaciones de explotación y abuso que se dan en una gran mayoría de casos.

Por lo general, se etiqueta cualquier crítica a la pornografía como ultraconservadora y moralista y se esgrime este mismo argumento, incluso, cuando feministas progresistas señalan que las niñas y mujeres, especialmente aquellas más vulnerables pero también todas las demás, se ven afectadas en sus relaciones con los hombres como resultado de la normalización de la pornografía. Ocurre exactamente lo mismo cuando expertos en el tema remarcan los efectos negativos que tiene el consumo de pornografía en las relaciones interpersonales y en la sexualidad, o cuando estudios rigurosos muestran que existe una relación real entre su consumo y las agresiones sexuales a mujeres.

Especialmente alarmante es el consumo de pornografía entre los más jóvenes; los estudios sitúan el inicio del consumo de pornografía a los 12 años, y las primeras imágenes en muchos casos son visualizadas por niños de entre seis y ocho. Evidentemente, los efectos que esto tiene en la conceptualización de lo que es el sexo para niños y niñas que no tienen ninguna experiencia ni otros referentes es muy preocupante, y pone en peligro el desarrollo de una sexualidad sana.

Es evidente que debería regularse firmemente el acceso de los menores a la pornografía, pero dado que esta medida parece todavía muy lejana, la única forma de mitigar los efectos de su consumo en niños, adolescentes y jóvenes es ofreciéndoles información sobre sexualidad adaptada a su edad y resolviendo todas las dudas que les surjan para que el porno no sea su única fuente de información. La comunicación abierta sobre sexualidad en la familia es uno de los factores clave para promover una sexualidad saludable en niños y adolescentes, pero los estudios muestran que esta es todavía muy deficiente. Además, los centros escolares deberían incluir en sus proyectos educativos la educación afectivo-sexual como formación básica para el alumnado y, entre otras cosas, sensibilizar a toda la comunidad educativa (incluidas las familias) sobre el fácil acceso de los menores a la pornografía ‘online’, los alarmantes datos de consumo entre adolescentes y sus efectos en los menores. Además, habría que formar al profesorado que tendrá que trabajar esta temática con el alumnado para que se sienta preparado y apoyado por la evidencia científica.

Para promover una sexualidad sana basada en relaciones igualitarias y no estereotipadas en mujeres y hombres, para que unas y otros puedan disfrutar del sexo sin presiones y desde el deseo y la asertividad, es necesario abordar la sexualidad en la infancia y la adolescencia desde una perspectiva integral en la escuela y animar a las familias a hablar de ello con naturalidad con sus hijos e hijas. Si queremos que adolescentes y jóvenes entiendan el consentimiento en las relaciones sexuales como algo fundamental, sin lugar a dudas, debemos hablar de sexo abiertamente para fomentar la reflexión y el pensamiento crítico como hacemos con cualquier otro tema relevante en sus vidas.

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