Cainismo popular

La guerra del PP

Que no se equivoque Casado, no será fácil deshacerse de Ayuso. Gane o pierda la batalla interna, ella seguirá allí

ayuso almeida casado

ayuso almeida casado / Jose Luís Roca

Rosa Paz

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La guerra abierta entre el líder del PP, Pablo Casado, y la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y sus respectivos equipos, desatada por la intención de la madrileña de hacerse también con el control del partido en su comunidad, demuestra el temor que produce en Génova el rutilante ascenso en la popularidad de la hasta hace poco aliada de Casado, convertida ahora en su principal rival. La dirección nacional del PP no quiere que Ayuso refuerce su posición en Madrid, ya muy vigorosa tras el espectacular triunfo electoral de mayo, porque eso la situaría en una posición mucho más cómoda para intentar el asalto al liderazgo estatal. Aunque ella proclamó en la convención del partido en València que su “meta política es Madrid”, sus movimientos parecen desmentirla. Así, al menos, lo ve el equipo de Casado, a cuyo secretario general, Teodoro García Egea, tiene Ayuso bloqueado en WhatsApp desde septiembre.

Es evidente que la presidencia regional del partido le daría a Ayuso más poder y el control, por ejemplo, sobre las listas electorales, incluida la del Ayuntamiento de Madrid, cuyo actual titular, José Luis Martínez Almeida, es el favorito de Casado para presidir el PP madrileño. Pero ese, el de las listas, no sería un problema irresoluble si no vieran en la presidenta madrileña una amenaza, porque su aceptación no se reduce al perímetro de la comunidad sino que trasciende esos límites y va creciendo entre el electorado popular de todo el país. Una batalla similar a la de Casado y Ayuso no se ha dado siquiera con Núñez Feijóo, que siempre parece estar a la espera del fracaso del actual líder para saltar a la escena estatal. Y él preside Galicia y el partido en aquella comunidad.

La virulencia de la pelea entre Ayuso y la dirección nacional del PP no augura, de momento, una solución pactada. Más bien parece que la confrontación, ante la estupefacción de sus votantes, seguirá a cara de perro. Pero que no se equivoque Casado, no será fácil deshacerse de ella. Gane o pierda esta batalla interna, Ayuso seguirá allí.

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