APUNTE
Como un felino tras una presa
Gerardo Prieto
El atletismo sigue proporcionando buenas noticias tras el parón pandémico. La alegría por volver a la calle parece empujar a la élite de este deporte hacia los récords, sobre todo en carreras sobre asfalto. Esto, y las nuevas tecnologías aplicadas al calzado deportivo, están produciendo registros inverosímiles hasta hace poco tiempo como la marca impensable de Letsenbet Gidey a quien le toca asomarse ahora a la tapia de las 2 horas y los 10 minutos en los 42 kilómetros.
El tercer récord de la etíope en un año, tras conseguir los de 5.000 y 10.000 metros, superó en 70 segundos la plusmarca anterior y hasta su compañera de equipo Yalemzerf Yehualaw, acabó segunda en 1.03.51, más rápida que el anterior registro, 1.04.02, de la keniana Ruth Chepnguetich. Yehualaw fue tirando junto a las dos 'liebres' que marcaba el ritmo del paquete femenino y pasó los primeros 10 kilómetros en 29.50, por debajo de la plusmarca mundial de esta distancia, 30.01, en carreras solo para mujeres. Por estas razones, Gidey, gracias a este récord mundial, parece a los 23 años estar predestinada a ser la primera en conseguir un registro memorable en la distancia completa, aunque que no es la única.
Tras los pasos de Gebrselassie y Bekele
Los etíopes corren a rebufo del resto de africanos. Sus fibras musculares son un poco más rápidas que las de sus vecinos kenianos o ugandeses. Pero estos aguantan más y en condiciones críticas, como calor y humedad, suelen ser mejores.
Las hermanas Dibaba corrían como gacelas, pero Gidey parece un felino tras su presa y recuerda en su estilo y planteamiento a sus implacables compatriotas, Gebrselassie y Bekele. Ritmo constante, incluso a cola de grupo, zancada fácil y contención en el rictus cuando toca sufrir. Les vale cualquier cadencia de carrera porque poseen una sexta marcha para asestar el zarpazo en la vuelta o en el kilómetro final, lo que no tienen los demás. Gidey no es una excepción.
En todo caso, Gidey proyecta una marca de 2.10 en maratón, si decide dar el paso a la distancia completa. De momento, la fondista etíope prefiere esperar. Tiene una deuda pendiente con la pista. Aspiraba al oro y se llevó un bronce en el 10.000 de Tokio, que consiguió in extremis tras superar un confinamiento en su región, Tigray, actualmente en conflicto bélico con Addis Abeba, la capital de Etiopía. En Valencia reclamó atención sobre este asunto, sin apartar la vista de su cita en el París de 2024. Su nuevo registro universal en asfalto se suma al logrado en 5.000 metros en la pista del Turia en 2020.
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