APUNTE
La rabia de Koeman
Albert Guasch
Periodista
Ansu Fati, subido a la ola de los elogios, intentó un gol acrobático en lugar de optar por el pase fácil, y falló. Busquets, ignorado por el delantero en esa jugada, se desgañitó. Coutinho, también ignorado, gesticuló comedido, como todo lo que hace el brasileño, tan lánguido él. Koeman, en la banda, enrojeció de ira. Ansu Fati es el puntal deportivo y comercial del FC Barcelona, pero aún no tiene los galones para blindarse de los reproches en el campo. Fue su peor partido desde su regreso dentro de un contexto general tristón. El Barça ganó y se mantuvo vivo en la Champions, pero desanimó a la hinchada (poca de nuevo en el Camp Nou) de cara al clásico contra el Madrid.
El Barça se jugaba los octavos de final y los cuartos de la tesorería en una tarde poco apta para las urgencias. Los mismos jugadores comparecieron con cierta parsimonia, amasando lentamente las posesiones, pero se fueron entonando y se pasó a ver un equipo que presionaba bien en alto, con recuperaciones rápidas y correcciones constantes. Digerimos la primera parte de forma aceptable. Marcó Piqué y falló clamorosamente Luuk De Jong. La segunda, en cambio, resultó estomagante.
Ansu, desfondado
Tantas perdigonadas de feria cara a puerta indignaron a Koeman. Se enojó con cada una de las oportunidades perdidas, pero en ninguna pareció más fuera de sí que en la desperdiciada por Ansu Fati. A partir de ahí, el chico de 18 años se desfondó, como si le sorprendiera su propio error. Como si le impactaran tantas recriminaciones. Se puso en modo fallón, como Coutinho, que dio mucha faena a aquellos que se dedican a contabilizar pérdidas de balón.
Koeman luego le disculpó. No puede hacer aún milagros como Messi, vino a decir. No le toca por edad. Una verdad incontestable. Lo que no tiene disculpa es la segunda parte del equipo azulgrana ante un oponente frágil como una cáscara de huevo. Los retoques en el descanso del entrenador estropearon visiblemente al colectivo. Hubo varios cambios de posiciones para encajar a Coutinho y todo el mundo acabó mareado. Del control al descontrol. De cierta satisfacción pese a las pifias cara a gol al desaliento pese a la victoria final.
Tendencia pesimista
Después de contemplar la exhibición de Benzema y Vinicius del martes y la flojera con que acabó ayer el Barça, las perspectivas de cara al clásico tienden a inclinarse hacia el pesimismo. Luego, ya se sabe cada partido es un mundo. Hará falta lo mejor de Ansu Fati, que acabó la noche en el despacho de Laporta repartiendo abrazos tras firmar su ansiada renovación, y harán falta también mejores prestaciones del entrenador.
Sería deseable que la rabia a pie de campo se transformara en algún tipo de energía que le iluminara y le permitiera sacar el máximo partido de un equipo capaz de generar momentos. Por ahora, solo eso. Momentos, que a veces, como ayer, dan para ganar. A veces.
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