Pros y contras

Eléctricas, gases y centrales nucleares

Cuando parecía que ya no hablábamos de átomos y reactores, Macron apuesta por más energía nuclear. El apocalipsis o bien será gélido o bien un estallido de fuegos artificiales.

Las nucleares amenazan con cerrar tras el plan del Gobierno para bajar la luz

Las nucleares amenazan con cerrar tras el plan del Gobierno para bajar la luz

Josep Maria Fonalleras

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Dejamos atrás la pandemia (las mascarillas serán una especie de recordatorio mudo y aviso simbólico) y nos encontramos con la falta de transportistas, de combustibles, de chips, los déficits de gas y la subida inmunda de la electricidad. Se nos anuncia un invierno que podría llegar a ser la antesala no del infierno (porque pasaremos frío), sino de un caos helado que afectará a las economías, la vida cotidiana, las relaciones humanas. Tendremos que pagar la calefacción como un lujo y aún gracias, tal como van las cosas. Y quizás no compraremos regalos de Navidad, no porque seamos más pobres o menos materialistas, sino porque no habrá nada que regalar, si exceptuamos libros, pendientes o alcachofas de kilómetro cero.

El mundo se convierte con persistencia un lugar hostil que se encamina a saber dónde, colgando del hilo de una tecnología que, cuando se hunde, hace zozobrar la inestable y frágil fragata. Y, para acabar de alegrarnos el día, cuando parecía que ya no hablábamos de átomos y reactores, Macron apuesta por más energía nuclear. El apocalipsis o bien será gélido o bien un estallido de fuegos artificiales. Mientras tanto, los colores del otoño nos inundan con entusiasmo vegetal.

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