Llamas y responsabilidad. La tragedia de los abusos sexuales en la Iglesia

Hace unos días, se supo en Francia el contenido del informe que, desde 2019, estaba elaborando la Ciase, la Comisión Independiente sobre Abusos Sexuales en la Iglesia. Es demoledor. Las cifras son pavorosas. Casi 2.500 páginas que describen un "problema que persiste", como declaró Jean-Marie Sauvé, responsable de un dossier que dibuja vejaciones "sistemáticas" y una "cruel indiferencia".

Es un descenso a los infiernos, un puñetazo a la institución, que no solo es culpable de cientos de miles de casos (por acción o por omisión), sino que también debe responder por una crueldad que aún persiste. La teóloga Véronique Margron, presidenta de la Conferencia de Religiosos y Religiosas, reconoció que "nunca sabremos la extensión de este drama absoluto", y el presidente de la Conferencia Episcopal ha dicho que lo que se describe "nos ahoga". Es una tragedia terrible que no solo tiene un escenario francés, sino universal.

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No se ha hablado mucho, sin embargo, de quién encargó el informe. ¿La fiscalía? ¿La prensa? ¿Una ONG a favor de los derechos humanos? Lo impulsó la Iglesia francesa. El infierno existe, pero al menos hay conferencias episcopales que tratan de saber cómo son las llamas, con el deseo de apagarlas.

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