Periodismo

Jordi Puntí

Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.

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Entre el riesgo y la paz

El ejercicio periodístico libre y arriesgado es a menudo el único camino para garantizar la paz de los ciudadanos

Los periodistas Maria Ressa y Dmitri Muratov, premio Nobel de la Paz

Los periodistas Maria Ressa y Dmitri Muratov, premio Nobel de la Paz / AFP / MARIA TAN / Yuri KADOBNOV

En una entrevista sobre su último libro de ensayos, 'Languages of Truth', Salman Rushdie decía que el gran fenómeno literario de los últimos 50 años es el periodismo narrativo que quiere contar la verdad. Aunque a menudo se dice que el novelista es un mentiroso, decía Rushdie, en realidad también busca acercarse a la verdad, pero lo hace con la imaginación. El mejor periodismo utiliza las mismas artes, y nos deslumbra, pero en lugar de imaginación trabaja con los hechos, los datos, la entrevista.

Los Estados Unidos, por tradición, es el lugar donde esta forma de periodismo ha encontrado un campo abonado para crecer, pero por razones de necesidad y supervivencia, seguramente, la otra gran tradición está en América Latina. La corrupción, la desigualdad social, los regímenes autoritarios, las migraciones, la pobreza o el narcotráfico, además de la riqueza natural y cultural del continente, son aspectos que permiten describir la realidad de cada país. Nombres como Martín Caparrós, Juan Pablo Meneses, Leila Guerriero o Julio Villanueva Chang son referentes de este tipo de crónica, al igual que Carlos Dada, periodista de El Salvador que hace poco estuvo en Barcelona para recoger en nombre de 'El Faro' el premio Antoni Traveria a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, otorgado por Casa América.

Carlos Dada es fundador de 'El Faro', un diario digital de referencia que desde 1998 practica el periodismo de investigación, y que ha dado voz a decenas de colaboradores. Lean, por ejemplo, el reciente 'Los muertos y el periodista' (Anagrama) de Óscar Martínez, también salvadoreño, que cuestiona los límites de su trabajo investigando un asesinato. Busquen, también, el reportaje 'Frontera Sur', sobre los conflictos que crecen en los límites entre México, Guatemala y Belice.

En 'El Faro' trabajan la información diaria y, a su vez, la crónica y el reportaje de fondo. Ahora mismo, por esta mirada incisiva y crítica, están en el ojo de mira del presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Desde hace un año y medio, el populista Bukele se dedica a desmantelar las instituciones del país y someterlas a su gesto autoritario. Hace un año, 'El Faro' puso al descubierto las negociaciones secretas del presidente con las 'maras', bandas criminales que atemorizan a la población y controlan el mercado de la droga, para que disminuyeran los asesinatos. Desde entonces, los periodistas de 'El Faro' no han dejado de recibir amenazas, inspecciones por acusaciones falsas, espionaje con drones, todo con la intención de verlos desaparecer. Hace cinco meses que Carlos Dada no entra en su país y vive en el exilio, como tantos otros periodistas de América Central.

Días atrás, el premio Nobel de la Paz se otorgó a dos periodistas que viven conflictos y amenazas similares a los de 'El Faro', quizás tan solo un grado más arriba en la escala del miedo: Maria Ressa, en Filipinas, y Dmitri Muratov desde 'Novaya Gazeta', en Rusia. El mensaje parece claro: el periodismo libre y arriesgado es a menudo el único camino para garantizar la paz de los ciudadanos.

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