Estrategia de crispación

Prisionero de la hipérbole

Tanto se esfuerza Casado para enfatizar lo mal que lo hace todo el Gobierno que sus exageraciones, lejos de ser un arma de persuasión, acaban pareciendo un simple desahogo

Pablo Casado, con el lema de la convención: Creemos.

Pablo Casado, con el lema de la convención: Creemos. / EFE / QUIQUE GARCÍA

Rosa Paz

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Dice Pablo Casado que la economía española está quebrada y que la Unión Europea tendrá que venir a rescatarla. Se supone que la Unión Europea lo tendrá que hacer de inmediato y algo después el PP, cuando gane las elecciones, porque ya es discurso habitual en ese partido decir que el PSOE, con su política de derroche, hunde la economía y el PP, más dado a los recortes, la saca del agujero. Lo malo de Casado es que ha optado por la vía de la exageración. Para él no existen los matices ni las medias tintas, así que en un momento de incertidumbre, sí, pero en el que, por ejemplo, disminuye el paro y aumenta la afiliación a la seguridad social, el líder popular se presta a asegurar sin rubor que estamos en quiebra.

Es cierto que el IPC está subiendo y que la deuda pública es abultadísima. Eso ya lo saben en la Unión Europea, que es la que ha autorizado los márgenes en los que los países miembros pueden moverse para hacer frente a las consecuencias de la pandemia. Así que no hace falta que el líder del PP vaya a Bruselas, tocando las trompetas del apocalipsis, a decirles a los líderes europeos "¡cuidado con Sánchez!", porque allí conocen las cuentas españolas mejor que nosotros y, según parece, mejor que el propio Casado; y algunos gobiernos europeos, incluso conservadores, adoptaron antes que aquí medidas intervencionistas en materias como la energía o la vivienda. Peronismo o chavismo, según le venga el día al PP.

El problema es que Casado ha caído prisionero de la hipérbole. Tanto esfuerzo para enfatizar lo mal que lo hace todo el Gobierno que sus exageraciones, lejos de ser un arma de persuasión, acaban pareciendo un simple desahogo. Si no fuera, claro, porque son pura estrategia de crispación: hacer ruido y generar la sensación de que todo es un desastre que lleva a España a la ruina. No solo la económica, también la moral con esas cesiones a Catalunya y País Vasco o esas leyes, como la de la eutanasia, que el PP dice que derogará en cuanto gobierne. Tanta hipérbole resta credibilidad. Y ahí tiene Casado su talón de Aquiles.

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