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Ester Oliveras

Economista. Profesora en la Universitat Pompeu Fabra (UPF).

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La pospandemia económica

Pese a la arrancada acelerada de la economía algunos efectos secundarios (como el precio de la electricidad o el retraso en el abastecimiento de materias primas) pueden entorpecer la recuperación

Zona de contenedores en el puerto de Barcelona

Zona de contenedores en el puerto de Barcelona / MÒNICA TUDELA

Con las decenas de posibles variantes del virus covid seguro que es atrevido hablar de economía pospandemia. Pero se respira en el aire: el proceso de poner y quitar la mascarilla está automatizado, reabre el ocio nocturno y, por encimo de todo, retorna el turismo. Las previsiones de crecimiento de la OCDE, un 6,8% para España, son de las mejores en la zona euro. No es para tanto si recordamos que la razón de fondo es que fuimos de los países más tocados y, por lo tanto, la remontada también hará más pendiente. Aun así, celebremos que haya una subida acelerada. Y, si vienen más variantes, como mínimo, la podremos considerar la primera ola de recuperación económica. 

La subida del empleo a ritmos prepandemia es también muy esperanzadora. Sobre todo, si tenemos en cuenta que en crisis anteriores el aumento de los contratos laborales rezagaba respecto al crecimiento económico, y siempre existe el riesgo de que no se recuperen del todo. 

Sin embargo, esta arrancada acelerada de la economía está provocando algunos efectos secundarios que pueden entorpecer la recuperación. Las noticias sobre los récords del precio de la electricidad mayorista empiezan a repetirse como el día de la marmota. El segundo son los retrasos en el abastecimiento de materias primas y componentes, que provocan paradas en las cadenas de producción y que en algunos casos ha implicado el cierre de fábricas. Esto es debido a que el comercio y la logística internacional todavía no están funcionando a niveles prepandemia en todo el mundo, y se generan cuellos de botella. Apagar, aunque sea parcialmente, y volver a encender una máquina como el comercio internacional, no sale gratis. Además, es un recordatorio de que gran parte del mundo todavía no está vacunada y que la pospandemia no llegará a todos por igual. Estas dos variables, electricidad y problemas de abastecimiento, pueden incrementar los precios de los productos, disminuir el poder adquisitivo de las familias y su capacidad de consumo, es decir inflación. 

El crecimiento futuro debería basarse en la capacidad de conseguir un mayor peso económico de la industria, que genere trabajos más estables y cualificados

Las previsiones a medio plazo apuntan a que las cadenas de suministro estarán funcionando bien en 2022, pero las del precio de la electricidad son que continuará aumentando hasta 2024. Cabe destacar que uno de los factores que está propiciando esta subida es el aumento de los precios de emisión de CO2. En paralelo a los récords del precio de la electricidad, existen los récords de concentración de CO2 en la atmósfera, que se situó en el máximo histórico de 419.7 partes por millón. Nunca en la historia de la humanidad las personas hemos pagado tanto por la electricidad, ni respirado tanto dióxido de carbono.

Si la electricidad que proviene de la utilización de combustibles fósiles es cara, será un incentivo para buscar alternativas sostenibles. Tanto en cuanto a la oferta como la demanda. Este ajuste en el precio debería solucionar el problema que durante décadas han tenido las empresas, normalmente pequeñas y medianas, que invertían en tecnologías de energía renovable: la falta de demanda. 

Pero la esperanza principal en una pospandemia próspera continúa depositada en los fondos europeos y en el presupuesto multianual de la Unión Europea. La capacidad de crecimiento futuro --no la subida reaccionaria prevista para 2021 y 2022-- estará en la capacidad de conseguir un mayor peso económico de la industria que genere trabajos más estables y cualificados. Aunque todavía hay mucha incertidumbre sobre la posibilidad de acceder a estos fondos, sobre todo para pequeñas y medias empresas, algunos ya van conociendo su destino, aunque sea de manera genérica a través de nuevas convocatorias. 

En este sentido, es muy revelador el observatorio de la OCDE sobre el destino de los fondos económicos destinados a la recuperación por el covid, clasificado por países y también por su impacto sobre el cambio climático. De los millones de euros gastados, el 15% tienen un impacto negativo y 16% un impacto mixto. España no escapa a este examen y, en su clasificación negra, aparece el apoyo económico a las aerolíneas. Aunque, para ser justos, cabe remarcar que la gran mayoría de países europeos han apoyado a este tipo de empresas durante la pandemia y todavía quedan muchos millones por invertir. Para los meses de otoño, optimismo económico moderado. Y, como decía mi abuela, ‘qui dia passa, any empeny’.

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