Los delitos deberán esperar
Albert Guasch
Periodista
Los fichajes más caros, los salarios más elevados, una deuda desbocada y descuidada… Ferran Reverter le puso la firma y el sello al conocido apocalipsis azulgrana legado por Bartomeu. Lo hizo sin mencionar ni una sola vez su nombre, que tiene su mérito. No nos desveló ninguna fechoría desconocida concreta. La impugnación a la gestión fue al por mayor, con el respaldo de una ‘due dilligence’ que el director general presentó con profesionalidad y solvencia. Era su primera aparición en público y su credibilidad no está erosionada aún (todo llegará, esto es el Barça), así que fue capaz de ofrecer el contrapunto de rigor imprescindible a la improvisación que hoy aparenta Joan Laporta.
Quienes esperaban pruebas de delito para enviar al expresidente al cadalso deberán esperar a que concluya el llamado ‘forensic’. En el análisis de cada una de las facturas se encuentra la palanca para posibles denuncias judiciales o una acción de responsabilidad. De momento, Bartomeu cumple la condena social de ser considerado el presidente que ha llevado al gigante barcelonista a la quiebra técnica. No es una condena menor en una ciudad relativamente pequeña como Barcelona. Tiene pinta de que no va a ser la única.
Nada ejemplifica más la frivolidad de una gestión que Reverter calificó de «nefasta» como el cuadro salarial de los futbolistas. Quienes lo han visto en el club no pueden evitar usar términos vehementes y gruesos. Sin mencionar el beneficiado, el director expuso el caso de un jugador en cuyo contrato figuraban 9 millones de euros de ficha un año, 19 el siguiente y 28 el otro. Patada hacia adelante y ya vendrá otro a arreglarlo.
Suerte del jeque
Viene a cuento aquí explicar una conversación a la que uno asistió en que se le preguntó a Bartomeu por qué el Barça tenía que ser el club que mejor pagara a sus jugadores, por qué más que el Madrid o el Manchester United. «Porque somos el club que más ingresamos», dijo con más orgullo que pesar. El asunto de la masa salarial no preocupaba entonces a la masa social y parecía que la máquina azulgrana podía con todo. Incluso intentar fichar a Neymar, que era el contexto en que se produjo esa charla. Ahora sabemos que no era así y que la deuda devoraba por debajo a toda la entidad. Menos mal que el jeque del PSG optó por otro rotundo portazo.
Reverter, que nos petrificó con la nueva proyección de coste del Espai Barça, triunfó en su propósito de dejarnos la impresión de que la aeronave azulgrana ha sido pilotada estos años por unos titulados en reputadas escuelas de negocios que no sabían ni leer el cuadro de mandos (mala publicidad para esas escuelas, por cierto). Falló Reverter en poner a todo el gremio de la información bajo sospecha al no revelar los nombres ni los conceptos por los que se pagó a periodistas. Cabe esperar que alguien los filtre pronto.
Rescatar al Barça económicamente no va a ser fácil. Pero el rescate ético también urge. Y esos ya no son deberes para el CEO sino para el presidente.
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