El riesgo de embalsamar el catalán

El modo en que los adolescentes se relacionan entre ellos y con el mundo se ha transformado en pocos años. Sus canales de entretenimiento e información escapan de las jerarquías establecidas. El ordenador y el móvil se han convertido en sus pantallas favoritas y una legión de 'yotubers' y 'streamers' acaparan su atención. Y ahí, el castellano, si no el inglés, gana por goleada. Se trata de contenidos, también de referentes y de modelos de imitación o aspiración.  

En 2020 se emitió la serie 'Drama', una comedia juvenil. En ella, el catalán y el castellano se tropezaban con tanta normalidad como ocurre en la calle. Su bilingüismo fue criticado como un ataque al catalán. Pero, en realidad, era una defensa. Y un éxito de audiencia. No se protege a la lengua con boicots a la creación catalana en castellano ni con denuncias a trabajadores precarios que apenas chapurrean un ‘bon dia’. La auténtica amenaza del catalán es que se están rompiendo los vínculos emocionales entre la lengua y los más jóvenes. Ellos son el futuro. Ellos son los que marcarán la diferencia entre una lengua embalsamada o una lengua viva. O dejamos de proyectar sobre el catalán el anhelo de una pureza imposible o, sencillamente, agonizará.  

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