Pros y contras

Emma Riverola

Escritora

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Una burla

Desde la Gran Recesión, la experiencia ha sido despreciada. Sin amenazas ideológicas a la vista, ante la debilidad de los sindicatos y con la deslocalización de la producción, la precarización se ha impuesto

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, en un desayuno informativo el pasado 4 de noviembre de 2020 en Alcobendas, Madrid.

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, en un desayuno informativo el pasado 4 de noviembre de 2020 en Alcobendas, Madrid. / EUROPA PRESS / MARTA JARA

Trabajar hasta los 75 años, esta ha sido la última polémica. El tema se originó a raíz de una entrevista a José Luis Escrivá en el diario 'Ara'. En ella, el ministro exponía la necesidad de que en España haya “un cambio cultural para que se trabaje más entre los 55 y los 75 años”. La afirmación, después matizada por él mismo en Twitter, levantó ampollas. Tiene razón el ministro al puntualizar que son las empresas las que deben cambiar la mentalidad para no expulsar del mercado laboral a los mayores de 55 años. También tienen sus razones quienes han visto en la primera afirmación una burla hiriente. 

Desde la Gran Recesión, la experiencia ha sido despreciada. No porque no se valore, sino porque no se quiere pagar su valor. Sin amenazas ideológicas a la vista, ante la debilidad de los sindicatos y con la deslocalización de la producción, la precarización se ha impuesto. El resultado, un ejército de parados de larga duración, una tasa de desempleo juvenil desoladora y la precariedad como imposición. La primera afirmación de Escrivá sonó a alargar la agonía. Está bien que el ministro puntualice, aunque quizá sería mejor que la matización ya se la imponga de antemano. Será menos doloroso.

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