La política exterior de EEUU

Submarinos nucleares

Tres iniciativas del presidente Biden confirman el giro de la política estadounidense hacia Asia y el Indo-Pacífico y su decisión de dejar a Europa de lado

Joe Biden durante una de las comparecencias de este miércoles.

Joe Biden durante una de las comparecencias de este miércoles. / AFP

Jorge Dezcallar

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Concluida la retirada de Afganistán, Biden quiere que se olvide rápidamente y se ha volcado en una multimillonaria agenda interna y en un activismo desatado en relación con Asia que es donde cree que Estados Unidos se va a jugar los cuartos en el futuro. Tres son las iniciativas que ha tomado estos días y las tres son muy importantes porque significan un giro de 180 grados con respecto a la política seguida por su predecesor, Donald Trump, de no querer implicarse en alianzas de ningún tipo. Con ellas se confirma el giro de la política norteamericana hacia Asia y el Indo-Pacífico.

La primera iniciativa ha sido invitar a Corea del Sur a participar en el exclusivo club de espionaje “Cinco Ojos”. De él son miembros EEUU, Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda, que comparten la más avanzada tecnología de vigilancia y de obtención de información que luego comparten. Su dispersión geográfica les permite cubrir el mundo y ahora con Corea del Sur colocan un Sexto Ojo en un lugar tan importante estratégicamente como es la frontera con China y con Corea del Norte, que no están nada contentos con la idea.

La segunda iniciativa ha sido la creación de una alianza militar entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos (conocida con el nombre poco sexy de AUKUS por las siglas de sus fundadores), que no se dice que vaya dirigida contra el expansionismo marítimo de China porque no hace falta. Este acuerdo permitirá a Australia acceder a tecnología norteamericana para fabricar ocho submarinos de propulsión nuclear con todas las ventajas de silencio y de autonomía en inmersión que proporciona, y que serán muy útiles para patrullar por el mar de la China Meridional que Pekín considera ilegalmente como propio. Hasta ahora solo poseían submarinos nucleares EEUU, China, Rusia, Reino Unido, Francia e India, que son potencias nucleares, cosa que Australia no es ni quiere ser, según dice.

Los chinos están indignados con AUKUS, dicen que transpira una “mentalidad de Guerra Fría” y que “socava la estabilidad regional y la paz, agrava la carrera de armamentos y perjudica los esfuerzos internacionales contra la proliferación”. Casi nada. También los franceses están que se suben por las paredes al menos por cuatro motivos: porque son aliados en la OTAN y nadie les avisó antes de lo que se tramaba, porque no han contado con ellos en una zona geográfica donde tienen posesiones, porque Francia es una potencia nuclear y se siente ninguneada, y porque AUKUS ha torpedeado (nunca mejor dicho) un contrato de 2019 por 50.000 millones de euros para la compra por parte de Australia de 12 submarinos impulsados por diésel. El ministro de Exteriores lo ha calificado de “puñalada por la espalda” y llamó a consultas a sus embajadores en Washington y en Canberra. Los franceses tendrán que beber mucha agua.

La tercera iniciativa es la resurrección por Biden de una vieja idea nipona de un pacto de defensa informal entre EEUU, Japón, Australia e India (que por vez primera toma partido contra Pekín) y que también tiene como objetivo frenar la expansión china por los océanos Índico y Pacífico. Tras una primera reunión en marzo, este pacto va a celebrar una cumbre en Washington esta semana. Y los chinos, que llevan una mala semana, se han vuelto a enfadar.

De esta forma Estados Unidos, que se ha liberado por fin de Oriente Próximo, pasa a dedicar su atención plena a Asia. Y lo hace con el Reino Unido y aliados regionales, sin contar con Europa, que debe extraer conclusiones de lo ocurrido si es que no nos lo dejó suficientemente claro la retirada de Afganistán: los americanos se guían exclusivamente por sus intereses, su prioridad es China y en esa confrontación no cuentan con nosotros porque nuestro proceso de toma de decisiones por unanimidad es muy lento y además –salvo Francia– no les aportamos nada militarmente. No digo que tengamos que ir al Pacífico a alinearnos con la política norteamericana sobre China, lo que digo es que lo ocurrido muestra que no nos toman en serio porque no somos capaces de hablar con una sola voz y de proyectarnos militarmente en defensa de nuestros intereses políticos y económicos. Es muy complicado pero depende únicamente de nosotros. No hay otra.

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