APUNTE

Ansu es un trilero

Ansu Fati celebrando su gol ante el Levante

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Sònia Gelmà

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Lo deberíamos haber sospechado. Desde que lo vimos en el Camp Nou por primera vez, un agosto de hace dos años. Había nacido para desmentirnos, para romper cualquier pronóstico que se hiciera a su alrededor. Deberíamos haber intuido que Ansu era especial y que, si le analizábamos desde la lógica, no haría más que dejarnos en evidencia. Pero nos fiamos, y no ha hecho otra cosa que levantarnos la camisa.

Su primera aparición en el primer equipo fue breve. Tenía entonces 16 años y no había debutado en el B. En cuanto Valverde lo vio entrenar, apostó por él. Que el técnico extremeño -siempre respetuoso con las jerarquías- se atreviera, era una pista para valorar su excepcionalidad. Ansu entró con el campo cuesta abajo, en un partido resuelto por 5 a 1. Se lució, con descaro, pero el partido ya estaba roto. No va a ser siempre así, pensamos.

¿Prudencia?

Seis días después entró en Pamplona con el equipo perdiendo y en su primer balón remató de cabeza para empatar. Su primer gol. Afortunado. Pero no iba a ser siempre así, volvimos a pensar. Quince días más tarde estrenó titularidad y se exhibió. Una actuación espectacular, muy por encima de su rendimiento en las categorías inferiores. Estaba en una nube y contaba con la energía de quien vive un sueño. Y otra vez, no va a ser siempre así. Pero desde ahí, ya no paró. Siguió jugando, marcando y deslumbrando. Hasta que se lesionó.

Y este domingo volvió. Y nosotros, los observadores, habíamos avisado, desde la cautela. Mucha calma, no le pongamos presión. Son muchos meses de inactividad. Pero nos volvió a engañar. Como si nunca se hubiera ido. Chispa, regate, velocidad, incluso un gol. La reaparición perfecta. Y alguien dirá ahora que no nos precipitemos, que paciencia, que no va a ser siempre así ¿verdad? Pues díganlo ustedes, Ansu ya no me desmiente más. Porque dicen que los niños no mienten, pero bajo esa sonrisa angelical, se esconde un trilero, un delantero letal dispuesto a reventar la imprudencia de ser prudentes con él.

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