Desde la butaca

Dune en la Barcelona de 2021

En la pantalla está ‘Dune’, pero podría ser nuestro Congo, envuelto en guerras por el cobalto, o nuestra Europa noqueada por una ola de calor

Rebecca Ferguson en 'Dune'

Rebecca Ferguson en 'Dune'

Carol Álvarez

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Los cines abren sus puertas con medidas de prevención ante posibles contagios, y durante dos horas largas pueden sumergirte en un universo mítico que fue ideado en 1965, pero que nos lleva hacia mucho más adelante… hasta el año 10.000. 

   Tú sigues en Barcelona, en tu butaca a oscuras, pero como si fueras el peregrino astral que salió de la pluma de Jack London (otro gran viajero en el tiempo), acabas en una tierra árida, azotada por fenómenos climáticos que elevan la temperatura bajo el sol hasta extremos insoportables para las personas. Los huracanes son cíclicos y su riqueza bajo tierra, la especia, la han convertido en terreno de explotación minera y luchas de poder entre clanes para dominarla.

En la pantalla está Dune, pero podría ser nuestro Congo envuelto en guerras por la extracción de cobalto. Nuestro boom de la minería y los abusos de los señores de la guerra. Nuestra guerra de Afganistán por el control de las rutas del opio y los yacimientos de litio. Podría hasta ser un día de agosto de canícula con temperatura récord en Italia, o en Barcelona, cuando las autoridades recomiendan no salir a la intemperie hasta que el sol se esconde y la ola de calor suma víctimas mortales.

En Dune, así se llama el lugar, solo las potencias más poderosas pueden acceder al combustible que les permite viajar literalmente a través del tiempo para prosperar. El viaje como objetivo, como meta, y cuanto más lejos mejor. 

   Lo más fascinante de los clásicos de ciencia ficción, vigorosos y complejos en su construcción, es que sobreviven al paso del tiempo pese a sus riesgos. La imaginación de gran volada se aposenta en la realidad, y compite con los documentales de ciencia y naturaleza de toda la vida en explicarnos las líneas maestras de lo que nos pasa . 

Mascarillas contra el aire tóxico

 Enmascarados para protegerse de los elementos, los fremen, habitantes de esa sociedad, nos interpelan con su mirada azul con la intensidad que hemos aprendido a comunicar con mascarilla, con una nueva gestualidad en los ojos. La Barcelona de 2021, la humanidad entera en pandemia, conecta con esa ciencia ficción como si la pudiera vivir en sus carnes, tras una mascarilla que nos protege del aire tóxico, preñado de coronavirus. 

Frank Herbert

  El autor de Dune, Frank Herbert, pudo volcar en su obra toda la carga de reflexión e inquietud de su época. En los años sesenta eclosionaron las preocupaciones ambientales, la filosofía zen, las drogas de mainstream. Las dunas de Oregón, protegidas por los conservacionistas, inspiraron a Herbert como la avalancha de acontecimientos que marcaron su vida. Hijo de la Gran depresión americana, periodista vocacional, soldado, estudiante apasionado y por encima de todo gran observador, una vida real impregna su obra, la novela de ciencia ficción más leída de la historia, y que se proyecta en la más reciente en los cines. No será la última.  

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