Detención en Italia

Lo que no debería pasar

Estaría bien que Aragonès y Sánchez se conjuraran para evitar que su apuesta por el diálogo acabe saltando por los aires

Puigdemont

Puigdemont / LLUIS GENE

Rosa Paz

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Si la pandemia ya nos ha dejado clara la vulnerabilidad de una sociedad desarrollada, que se creía segura, acontecimientos como la erupción del volcán de La Palma vienen a confirmar aún más, si cabe, esa sensación de que nada de lo construido con más o menos esfuerzo, con más o menos acierto, es sólido. Es por ello que la detención el jueves del ‘expresident’ Carles Puigdemont en Cerdeña, cual terremoto político, podría tener efectos igualmente destructivos para asuntos que se estaban empezando a encarrilar. Esos sí, aún incipientes y débiles. El diálogo entre el Gobierno español y la Generalitat, por ejemplo. Una interlocución aún tan solo bosquejada, con una debilidad de origen que no solo se debe a que aún se está empezando a andar el camino, también a que hay elementos —la derecha española y JxCat, por ejemplo— que preferirían sabotearla desde el principio.

Pase lo que pase estos días en el Tribunal de Sassari, quienes han apostado por la mesa de diálogo e incluso se han plantado ante quienes querían dinamitarla, como hizo el ‘president’ Pere Aragonès ante las intenciones de Junts, deberían tratar por todos los medios de preservar esa iniciativa sean también cuales sean las protestas contra las decisiones judiciales, a las que puedan incluso sumarse el Govern y su presidente. Este mismo viernes ya se oyeron voces dando por fracasada la vía del diálogo —aún sin ensayar— y atribuyendo al Gobierno español la detención de Puigdemont en un ejercicio de olvido interesado de la separación de poderes en democracia.

Estaría bien que Aragonès y Sánchez se conjuraran para evitar que su apuesta por el diálogo acabe saltando por los aires, porque ya se ha demostrado suficientemente que lo que no lleva a ningún lado son la confrontación y el unilateralismo. “Hoy más que nunca”, dijeron ambos este viernes, solo que el presidente español lo hizo para reafirmarse en el diálogo y el de la Generalitat, para reivindicar la autodeterminación y la amnistía. Pasados los primeros sobresaltos, sería bueno que trataran de coincidir.

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