Acoso en clínicas

Aborto: de brujas, monstruos y el demonio de la violencia

Vox también ha importado la guerra cultural sin cuartel de la ultraderecha de EEUU en su oposición a la interrupción del embarazo

Protesta de Derecho a Vivir ante el Congreso

Protesta de Derecho a Vivir ante el Congreso / Isabel Infantes / Europa Press

Joan Cañete Bayle

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En España, 8.000 mujeres han sido acosadas por abortar en acciones de hostigamiento en clínicas abortivas desde que en 2010 se aprobó la ley del aborto hoy en vigor. Con el auge de la ultraderecha de los últimos tiempos, estos escraches de grupos ultra han ido al alza hasta el punto de que, según datos de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI), el 89% de las mujeres que se han sometido a la intervención de interrupción del embarazo se han sentido acosadas y el 66%, amenazadas. Para poner coto a este hostigamiento, el Congreso aprobó el martes la ley que penaliza el acoso en las clínicas abortivas. Que durante el debate parlamentario el diputado de Vox José María Sánchez llamara «bruja» a la diputada socialista que defendía la propuesta, Laura Berja, no deja de ser una constatación más de que los monstruos suelen ser los que encienden las hogueras.

Campo de batalla

En su novela 'Un libro de mártires americanos', la escritora estadounidense Joyce Carol Oates describe con maestría el campo de batalla en que se ha convertido en su país el debate sobre el derecho al aborto. El ciego fundamentalismo de los antiabortistas les lleva a actos de violencia y a hostigamientos crueles con fotos y muñecos de fetos en que demuestran que su supuesta empatía por la vida no va más allá de la del nonato. Carol Oates describe cómo los monstruos engendran y paren el demonio de la violencia, y con su mirada lúcida sigue los estragos que dicha violencia deja en las vidas de quienes la sufren.

En el aborto, como en tantos otros temas, Vox ha importado de EEUU las prácticas de la guerra cultural sin cuartel. Hay sin duda terreno abonado para ello en la España de las dos almas, como prueban los testimonios que estos días está emitiendo la Cadena Ser de mujeres que no pudieron abortar en hospitales públicos porque el departamento de ginecología se ha acogido en pleno a la objeción de conciencia. La mezcla de la guerra cultura estadounidense con el acento cañí tradicional que abandera Vox es volátil en extremo. Aquellos que tanto dicen defender la vida y la conciencia desprecian profundamente las de las brujas y sus derechos. Tanto aquí como en Texas.

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