Pros y contras

Josep Maria Fonalleras

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Chips y mariposas

Vivimos (y morimos) entre estas dos magnitudes. Entre la frialdad y el infierno

Un chip implantable bajo la piel.

Un chip implantable bajo la piel. / periodico

Dependemos de la pequeñez y a la vez estamos sometidos a inmensas fuerzas telúricas. Vivimos entre semiconductores y circuitos integrados, elaborados casi con la delicadeza del orfebre, en un espacio tan reducido como el suyo. Más aún. Pastillas invisibles, 'mikrós', diminutas combinaciones de componentes y conexiones, silíceos ínfimos que penetran en nuestras vidas a través de teléfonos y lavadoras, coches y ordenadores. Y cepillos eléctricos de dientes. Y, al mismo tiempo, este centro de la Tierra que regurgita o, mejor, que busca salidas por donde soltar la mala lava que se esfuerza por llegar a la superficie.

Vivimos (y morimos) entre estas dos magnitudes. Entre la frialdad y el infierno. Antes (este antes de los avances técnicos, el antes de las cosas rudimentarias), la producción era artesanal, y la existencia también lo era. Estábamos expuestos a la inclemencia o al ardor de la naturaleza y solo teníamos cerca las manos y un poco de inteligencia. Ahora, todo se tambalea porque no hay suficientes chips en el mercado. Ya no se trata del vuelo de una mariposa, sino del caos infinito de lo ínfimo. Por lo menos, los que creen que las vacunas llevan chips ahora pueden respirar tranquilos.

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