Fiesta de la Mercè

Eva Arderius

Periodista

Eva Arderius

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Un cartel bonito, una ciudad fea

Tengo la sensación que de tanto insistir en la decadencia de Barcelona la acabaremos convirtiendo en real y esto no será bueno para nadie

Cartel de la Mercè 2021

Cartel de la Mercè 2021

Barcelona estará de fiesta esta semana, es la Mercè. Lo anuncia la ilustración de Malika Favre, la veo colgada por la ciudad y me gusta. La protagonista del cartel mira a los barceloneses a los ojos, intensamente, seria, sin sonreír, pero sin regañarnos, como si nos traspasara una fuerza mágica que seguro que necesitamos. Y a los barceloneses nos ha entusiasmado. Sorprendentemente. Nos ha gustado de forma unánime. Esta Mercè, que llega con el foco puesto en los aforos, los botellones y en si se silbará o no a la alcaldesa Ada Colau, tiene un cartel bonito. ¡Bonito! Últimamente nos cuesta pronunciar esta palabra, especialmente cuando hablamos de nuestra ciudad. Ahora nos decantamos más por los adjetivos contrarios; Barcelona está fea, sucia, desordenada, ha perdido encanto, está triste, ya no es tan atractiva...Estamos estancados en este escenario. Es el mantra que se repite especialmente en las redes sociales, un discurso que apunta al Gobierno municipal (especialmente a Colau) pero también a la ciudad en sí misma. El relato en negativo está calando. Hace días que me descubro buscando pruebas de la fealdad y la suciedad de la ciudad y he encontrado algunas. Una rata enorme en Via Augusta (¡ratas en el Upper!) acorralada por un vecino armado con una escoba, unos cristales rotos en pleno carril bici, cerca de la Plaza de las Glòries –han estado allí toda la semana- y bolsas de basura fuera de los contenedores. La oposición municipal lo ha denunciado y el mismo Gobierno ha admitido que falta limpieza en Barcelona, ahora solo falta que se solucione. En cambio, me cuesta más encontrar motivos objetivos de la fealdad o del desorden. El orden, para la gente de orden, es mantenerlo todo como ha estado siempre y es verdad que algunas cosas han cambiado, sobre todo el uso del espacio público. En esto no hay mucha alternativa, más allá que se utilicen colores u otros elementos para explicitarlo. La movilidad no puede ser la de siempre.

Se dice que Barcelona está fea, pero, ¿más fea que cuándo?, ¿más fea que la Barcelona de los 80, la preolímpica, o más fea que la Barcelona del 2004, en pleno 'boom' turístico, cuando se tuvo que hacer una ordenanza del civismo y todo el mundo decía que se había convertido en Port Aventura? A algunos, entonces, tampoco les gustaba la ciudad. De hecho, cuesta encontrar un momento de perfección, porqué Barcelona no es perfecta. Barcelona tiene problemas, hay motivos para la crítica, no se pueden menospreciar e ignorar las quejas de los vecinos y de hecho hay muchas cosas, algunas graves, que no funcionan: el difícil acceso a la vivienda y los desahucios, las desigualdades, la gentrificación o los problemas de convivencia y de ruido. Pero estos motivos no son los que se utilizan cuando se argumenta que Barcelona está fea.

Tengo la sensación que de tanto insistir en la decadencia la acabaremos convirtiendo en real y esto no será bueno para nadie. Barcelona no pasa su mejor momento, como todas las ciudades en pandemia. No la podemos disfrutar como nos gustaría, las cosas no han ido bien para nadie en los últimos meses y estamos todos de más mal humor. Incluso la hemos aburrido un poco por haber estado demasiado tiempo encerrados, ya no la echamos de menos. Nos sorprende cuando alguien habla bien de ella, pensamos para nuestros adentros- esto lo dice porque no vive aquí-. Nos hemos desenamorado un poco. Pero también puede ser que a los vecinos se les hayan puesto las cosas demasiado difíciles. Algunos se han sentido expulsados o excluidos y ya no tienen motivos para defenderla. Aun así, Barcelona no es una ciudad en liquidación. Todavía tiene cosas buenas.

Este artículo quizás responde a un impulsivo ataque de amor, o quizás son ganas de llevar la contraria, o incluso es la reacción a una sobresaturación de las críticas e imágenes de ratas, suciedad o motos mal aparcadas que cada día inundan Twitter. O quizás es el resultado de subir una mañana de sábado a la Montaña Pelada del Park Güell y mirar Barcelona desde lejos. En un punto donde no ves el detalle, donde no te molesta el ruido, ni hueles la contaminación, ni tropiezas con la basura, pero las ves así, en global, con todas la azoteas donde se intuye vida y piensas que vivir aquí no está tan mal

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