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Alejandro Giménez Imirizaldu

Alejandro Giménez Imirizaldu

Arquitecto por la ETSAB, profesor de urbanismo de la Universitat Politècnica e investigador del Laboratori d’Urbanisme de Barcelona.

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Por qué las pistas de la UB son una buena opción para ampliar el Clínic

La ciudad necesita un plan de equipamientos municipal y metropolitano pero, de momento, el emplazamiento del Clínic sobre las pistas deportivas de la UB Diagonal tiene ventajas, como una buena conectividad

Una de las entradas del Hospital Clínic de Barcelona

Una de las entradas del Hospital Clínic de Barcelona / ÁLVARO MONGE

Lo de plantarse en medio de la calle es una fea costumbre arquitectónica muy nuestra. La Universitat de Barcelona, primer edificio proyectado tras el derribo de la muralla medieval, ocupa dos manzanas del novísimo Eixample y detiene Enric Granados contra una puerta posterior que nadie recuerda abierta. La primera gran construcción de la Barcelona moderna representa también su primera discontinuidad. Interrumpir el curso de una vía se ha convertido históricamente en una afirmación de trascendencia de grandes arquitectos y fuerzas vivas, con el Hospital de Sant Pau, la Escola Industrial, el Escorxador, la Model, el Auditori, el Dhub, el Teatre Nacional o el Clínic. 

En los mejores casos, la calle continúa por las partes nobles del edificio. No ocurre así en los vestíbulos del Clínic, un hospital de prestigio incontestable que, todo el mundo coincide, ha llevado al límite las capacidades espaciales de su arquitectura. En palabras de Juanjo Sánchez Requena, reputado profesional y defensor de la enfermería: “Es un edificio viejo con un entresijo de escaleras y ascensores increíble, las unidades estrechas, las habitaciones pequeñas. La ventilación y la luz natural son imprescindibles. Con lugares de reunión para profesionales y espacios de encuentro e intimidad entre pacientes, familiares y sanitarios. Un hospital debe ser confortable, agradable, seguro, amplio y acogedor. El Clínic carece de muchas de estas características. ¿Algún hospital las tiene todas? No.”

Desde esa perspectiva, el Clínic puede parecerse a un paciente intubado en la UCI, que está llevando sus instalaciones y la ingente labor de sus trabajadores al límite de sus constantes vitales. Los responsables reclaman medidas que alivien la situación. Se barajan alternativas para un desplazamiento o ampliación: la Escola Industrial, un proyecto esforzado que choca contra los valores históricos y naturales del conjunto y del entorno. Y contra los vecinos. La Modelo no es opción; además, el Clínic ya se asfixia en dos manzanas, estaríamos en las mismas. La primera y única catedrática de Urbanismo de España, Maria Rubert, ofrecía desde estas páginas una propuesta con sentido práctico: descongestionar usando espacios y edificios próximos, cuyas funciones actuales gozan de menor apremio. 

Pero el Clínic reclama más y la cifra asusta un poco: 270.000m2. Es la dimensión de la Fira de Barcelona Montjuïc entera. Uno se pregunta: ¿es necesaria toda esa superficie? Joan Maria Pascual, arquitecto veterano y responsable de muchas de las acrobacias espaciales que han sostenido al Clínic en primera línea durante las últimas décadas, lo explica: “El hospital funciona ahora sobre 156.000m2. Si las 819 habitaciones incrementan su superficie, se desdoblan los pasillos técnicos y públicos, se dota de unidades generosas y espacios suficientes, además de las exigencias de instalaciones y servicios de un centro moderno, los números empiezan a encajar. Tampoco, comenta, estaría de más un cierto margen de contingencia, por lo que pueda venir.” No lo vimos venir en 2020. Parece que sí es necesario doblar prácticamente la superficie actual, y más si quiere conservarse la relación con la Facultad de Medicina. En las ciencias de la salud, el roce diario forma parte esencial de un conocimiento compartido vasto, complejo y cambiante.

La ciudad necesita un plan de equipamientos municipal y metropolitano pero, de momento, el emplazamiento sobre las pistas deportivas de la UB Diagonal se revela como una buena opción. Daría servicio a la Barcelona de poniente, reemplazando unas pistas de atletismo que ahora están duplicadas y que pueden trasladarse sin grandes dificultades. Además, entraría en sinergia con otras clínicas y hospitales, el de Barcelona, Sant Joan de Déu, Dexeus, Maternitat, Cima y la Cruz Roja de L’Hospitalet. Se accede mejor. La Diagonal y la Ronda son vías de alta capacidad. Súmense las líneas 3, 5 y 9 del metro y el Tram. Si la idea es pacificar y reverdecer progresivamente el Eixample, que Villarroel, Casanova, Còrsega y Provença puedan bajar de caudal sin ambulancias suena bien. Podría proyectarse con la goma de borrar sobre el edificio actual, conservar servicios de proximidad y recuperar el valor, la calidad y las transparencias de unas arquitecturas magníficas. El Clínic es un centro referencial en el “paciente complejo”, que requiere de una atención multidisciplinar conjunta. Esa complejidad encontraría condiciones más favorables en la Zona Universitaria. Una operación de trasplante en la mejor tradición del Clínic.

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