Entidades financieras

Ernest Folch

Editor y periodista

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¿Qué ha pasado con los bancos?

La implosión bancaria ha dejado desamparados a millones de abuelos y abuelas, que ven cómo la gestión de su propio dinero se ha convertido en un calvario angustiante

Los españoles aún prefieren la interacción humana para las operaciones bancarias 'importantes'

Los españoles aún prefieren la interacción humana para las operaciones bancarias 'importantes' / Pixabay

¿En qué momento los bancos dejaron de ser bancos? No sabemos muy bien cuándo y cómo el mayor servicio privado de atención al público de este país, con una sucursal en cada esquina, se volatilizó como por arte de magia. De repente, entre cada oficina ya no hay metros sino quilómetros. De repente, aquel esforzado oficinista que encontraba siempre el tiempo para ocuparse de todas las angustias que provoca el dinero, ha quedado sepultado en un mar de despidos, prejubilaciones y cambios incomprensibles. De repente, cualquier operativa de caja debe hacerse sí o sí antes de las 11 de la mañana. De repente, tenemos que solucionar las urgencias más elementales con 'bots' o asesores virtuales. De repente, la persona que nos atiende ya no nos habla de ningún crédito porque lo han convertido en un insoportable vendedor de móviles o televisores, que te ofrece pagar por supuesto a plazos, desinteresado por la atención y ansioso por cumplir un 'bonus'.

La gran víctima de esta implosión bancaria es sin duda la gente mayor, que cuando entra en una sucursal sufre algo muy parecido a un 'mobbing': obligados de repente a recurrir a una tecnología que desconocen y les da miedo, millones de abuelos y abuelas han quedado desamparados en medio de este caos de oficinas que cierran de un día para otro, de horarios reducidos sin ningún control y de colas interminables, muchas veces de pie. Estamos ante un escándalo de desatención social que, sin embargo, como suele ocurrir con los bancos, transcurre en silencio y con total impunidad. Seguro que no leeremos ningún estudio sobre las consecuencias que está teniendo sobre la población mayor toda esta dejadez de funciones. Sería bueno que el Gobierno se cuadrara y recordara a los bancos que no son tiendas de 'gadgets', sino administradores de algo tan sensible y vital como el dinero, y empezara a pensar en una ley para obligarles a cumplir con sus obligaciones básicas. Solo pedimos que los bancos vuelvan a ser bancos. Como mínimo, para nuestros mayores.

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