Unión Europea

Rafael Vilasanjuan

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¿Estamos solos?

El Brexit, el ascenso de nuevas potencias y los grandes retos globales, desde el calentamiento del planeta a la salud y las migraciones, requieren una Europa estratégicamente fuerte, preparada para ser contrapeso geopolítico

Ursula von der Leyen

Ursula von der Leyen / REUTERS / Julien Warnand

Si fuera por la Unión Europea la salida abrupta de Afganistán no se hubiera propuesto de manera tan precipitada. En manos talibán la incertidumbre de lo que puede resultar la proyección exterior de ese país, desde el tráfico de opio al terrorismo o el desplazamiento de población, amenaza tanto o más aquí, como a EE.UU. Pero la decisión de salir se tomó unilateralmente, ni siquiera fue en la OTAN, que por primera vez activó la clausula de defensa mutua para llevar a todos sus socios al país de las montañas y los desiertos lejanos, pero no la invocó para salir. ¿Por qué no ha podido forzar Europa una salida diferente? No tiene fuerza, la capacidad de mantener su representación es residual cuando la abrumadora presencia de tropas americanas sale a la carrera por decisión propia.  

No es nada nuevo, para bien o para mal la defensa de Europa siempre ha dependido del socio al otro lado del Atlántico, más que de la suma de los intereses de todos sus Estados. De ahí que Ursula Von der Leyen, en su discurso anual, invitara a potenciar nuestra capacidad de defensa propia, mas allá de la ayuda exterior. ¿Estamos solos? El incidente de Afganistán pone de relieve que ni siquiera la OTAN, creada para defender a la Europa libre en tiempos de guerra fría, es una organización capaz de adaptarse a los nuevos retos geoestratégicos. La muestra aun más clara, la gota que colma vasos, podría ser el acuerdo para la venta de submarinos a Australia. En contra de lo que se piensa no son submarinos equipados con armamento nuclear -que Australia no podría tener-, sino impulsados por energía nuclear, lo que permite mayor distancia en los desplazamientos para llegar a la zona neurálgica donde se decide la nueva agenda global: el mar de China. Lo que hay detrás de este acuerdo es una nueva alianza anglosajona que se traslada del eje Atlántico al de Asia-Pacífico, donde la UE, aún mas con la apuesta por apartar a Francia, va a estar fuera. Las organizaciones multilaterales, muy complejas de gestionar, están dando paso a las minilaterales. Tal vez sea el signo de los nuevos tiempos. Y es ahí donde Europa, aunque no esté del todo sola, porque siempre conservará afinidades, debe empezar a actuar como si lo estuviera. 

El Brexit, el ascenso de nuevas potencias y los grandes retos globales, desde el calentamiento del planeta a la salud y las migraciones, requieren una Europa estratégicamente fuerte, preparada para ser contrapeso geopolítico y generar alianzas. Con la salida de Ángela Merkel habrá que encontrar nuevos liderazgos. Nos jugamos mucho, desde el progreso económico a la manera que tenemos de defender la libertad y los derechos. Un buen ejemplo de cómo actuar juntos está siendo la respuesta al covid-19 donde, a pesar de las criticas iniciales, la UE lidera el proceso de vacunación en el mundo y ha subsidiado ayudas entre países. O seguimos esa senda o los nacionalismos ultra, que avanzan sin pausa, acabaran encontrando el horizonte que sueñan. Entonces sí estaremos solos, del todo.