Pros y contras

Emma Riverola

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Puigdemont, el desestabilizador

Al 'expresident' se le ha puesto cara de populista. Y eso no genera simpatía

Archivo - Arxivo - L'expresident de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont en una imatge d'arxiu

Archivo - Arxivo - L'expresident de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont en una imatge d'arxiu / David Zorrakino - Europa Press

Durante años, el ‘procés’ se impuso en la propaganda internacional. El gobierno del PP, entre el desprecio y la ineptitud, no supo contrarrestar un movimiento que mostraba su mejor rostro al mundo. Eran los días de las sonrisas, de las movilizaciones masivas, de una ilusión que recorría buena parte del tejido cultural y asociativo catalán. El ‘procés’ era mucho más que los rostros de unos políticos, se vendía como el sueño optimista de un pueblo. La parálisis de Rajoy, la brutalidad del 1-O y unas penas de prisión de difícil explicación sumaron complicidades.

Pero esos días ya no están. El Gobierno de Sánchez ha sabido venderse más allá de las fronteras. Desde el éxito en la vacunación a la gestión de la crisis en Afganistán han sido reconocidas internacionalmente. Mientras, la estrella de Puigdemont se apaga. Es eurodiputado, sí, pero no inscrito en ningún grupo. Su mayor afán parece dinamitar el diálogo. Que el Parlamento Europeo haya votado a favor de que se estudien los lazos del independentismo catalán y el Kremlin tiene más efecto propagandístico que real. A Puigdemont se le ha puesto cara de populista desestabilizador. Y eso no genera simpatía. Los afectos internacionales están cambiando de bando. 

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