Precariedad

Natàlia Cerezo

Escritora y traductora

Natàlia Cerezo

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Mi hermano cobra poco, tan poco que no se puede permitir volver a estudiar, mucho menos plantearse cosas como comprarse un piso

Paisaje

Paisaje

Subimos despacio hasta la cresta, hace mucho calor y a nuestro alrededor oímos zumbidos de insectos, el crujido de las piedras bajo los zapatos, el viento que pasa entre las agujas de los pinos. Cuando llegamos arriba, mi hermano saca la cámara y mira por el objetivo, el clic de las fotos se suma al zumbido y la brisa, y me acerco al borde del barranco. Se ve todo el valle, un árbol solitario en un campo amarillo de trigo, al fondo, el embalse, como un espejo. Es bonito, le digo mientras recupero el aliento, él se encoge de hombros y dice que no sabe cómo será de noche, quiere hacer fotos de las estrellas. 

Cuando me canso de mirar el valle observo las piedras y le voy preguntando qué son. Conglomerados, arenisca, caliza, dice casi sin mirarlas. Es geólogo, tiene un grado y un máster pero, como la mayoría, va tirando. Después de un año difícil, una de las pocas cosas que lo llena es aprender a hacer fotos con una cámara de segunda mano. Trabaja mucho en una empresa remotamente relacionada con la geología y cobra poco, tan poco que no se puede permitir volver a estudiar, mucho menos plantearse cosas como comprarse un piso.

Comemos en una fonda al lado de la carretera. Cuando salimos, está nublado y ha empezado a llover, unas gotas frías y grandes que me refrescan las quemaduras del sol de la cara y la espalda. Hay un montón de gatos en la entrada, uno, el más adorable, es bizco, y todos tienen el pelaje largo y suave, aunque enredado. Mi hermano les hace fotos y se echa a reír, como si durante la comida no hubiéramos hablado de todas las cosas que nos tienen hartos y tristes, y pienso que al menos seguimos aquí, y que aunque hayamos perdido y nos hayan quitado muchas cosas, este momento no nos lo pueden arrebatar. 

La lluvia arrecia y nos guarecemos bajo una morera. Él guarda la cámara para que no se moje y nos quedamos mirando la lluvia un rato, los gatos se han resguardado a nuestros pies y el aire huele a limpio.

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