Una serie

Un grito de genialidad

Todos vivimos a medias entre lo que soñamos con ser y lo que el mundo prefiere que seamos

Aidy Bryant en 'Shrill'

Aidy Bryant en 'Shrill'

Mónica Vázquez

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Cualquiera diría que, a estas alturas de la película, una serie que cuenta las aventuras cotidianas de una joven mujer profesional que lucha por alcanzar y celebrar su potencial nos parecería poco novedoso. Querría uno pensar que, en pleno 2021, no nos sorprenderían las pequeñas y constantes batallas de la minoría más grande del planeta, tan grande que, en realidad, recoge a la mayoría de la población mundial. Pero quizá es ahora, cuando pensamos que hemos alcanzado ese nirvana de iluminación social en el que somos capaces de contemplar la naturaleza de la realidad ajena, cuando necesitamos recordarnos a nosotros mismos los millones de pasos que aún nos quedan por dar.

'Shrill' es una serie norteamericana desarrollada y protagonizada por Aidy Bryant, colaboradora habitual en 'Saturday Night Live'. La serie está basada en la novela con el mismo nombre escrita por Lindy West, y fue estrenada en el canal Hulu en marzo de 2019. La tercera temporada fue estrenada en mayo de 2021 y, por alguna razón, a pesar de su genialidad, consiguió escapar de mi radar hasta ahora. Sin saber lo que buscaba, encontré esta curiosa gema televisiva en la que el humor deslía el drama del día a día, creando un potente cóctel de todo lo bueno y todo lo malo que conforma la realidad de nuestra protagonista. Embriagado de posibilidad, el espectador queda a expensas de un guion que desnuda expectativas sin miedo y sin remordimientos, lanzándonos a la vertiginosa cotidianidad de una vida llena de contradicciones, belleza y malas decisiones.

La serie explora sin tapujos temáticas que marcan la conversación social de las muchas generaciones que confluyen en la hiperactividad de la era de la conexión constante e inescapable que nos envuelve y nos empuja en mil direcciones a la vez: la era de Internet y las redes sociales. Desde las relaciones profesionales hasta las amorosas, pasando por la relación con uno mismo y la familia, y parándose un instante de cuando en cuando, entre chistes y otras historias, para explorar los traumas que nos forjan desde la más tierna infancia nos demos cuenta o no. Amistades y confrontaciones, miedos e inseguridades, grandes sueños y banalidades, todo está incluido en el menú de la vida.

Nuestra protagonista, Annie, se retuerce entre dinámicas autodestructivas y un galopante síndrome del impostor que la mantienen anclada a una forma de vida emocional hiriente y peligrosa. Habiendo interiorizado los demonios que aprendió a temer desde pequeña, Annie es una adulta que pide perdón por las heridas que le son inflingidas, olvidando la idea de exigir lo que le corresponde. Annie aprende a soñar en silencio, a empequeñecer su necesidad y aplacar su deseo. Aprende a esconderse en los márgenes del mundo que los demás imaginan, reconociéndose como una extraña en una realidad que no ha sido diseñada para ella. Con los años, Annie se convierte en una sombra de sí misma, sonriendo ante la crueldad de extraños y amigos, normalizando el abuso constante que sufren aquellos que son distintos.

Capítulo a capítulo nuestra protagonista consigue romper la pequeña caja en la que el mundo ha intentado contenerla desde que empezó a tener conciencia de sí misma. Poco a poco va a aprendiendo a deshacerse de los miedos e inseguridades que le han sido impuestos a lo largo de los años, liberándose de las dinámicas de opresión que la rodean desde niña. La historia de Annie es una que conocemos bien y, aún así, necesitamos que nos recuerden. Nos vemos en sus dilemas y en las guerras que mantiene consigo misma y con la sociedad. Nos reconocemos en sus aventuras, miedos y sueños, en los errores que comete y sus torpes intenciones, y quizá un poco menos en sus éxitos. Porque todos vivimos a medias entre lo que soñamos con ser y lo que el mundo prefiere que seamos, entre la medida de nuestras esperanzas y la pequeña caja en la que los demás nos quieren. Y es al ver su verdad en la pantalla cuando nos damos cuenta de lo incómodo que es vivir para los demás, a la medida de los miedos ajenos. 

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