Ágora

Hermitage Barcelona: suma y sigue

La cuestión del contenido de este museo ha pasado a segundo plano a la vista de las dificultades encontradas con la aprobación del proyecto arquitectónico por parte del Ayuntamiento

Maqueta del Museo del Hermitage en Barcelona

Maqueta del Museo del Hermitage en Barcelona / EL PERIÓDICO

José María Álvarez de Lara

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La pugna entre partidarios y adversarios del proyecto de franquicia del prestigioso museo Hermitage de San Petersburgo en un edificio singular del arquitecto japonés Toyo Ito en la zona del puerto, ha conocido varios episodios sin llegar a una decisión final. Últimamente, los promotores del proyecto, con el apoyo del Port de Barcelona, han movilizado asociaciones y hasta al Gran Teatre del Liceo para lograr el visto bueno de las autoridades competentes. Los argumentos favorables al proyecto se han expresado igualmente a través de medios de comunicación. Las opiniones de algunos responsables de museos y de expertos en arte en Barcelona han sido mayoritariamente opuestos al planteamiento inicial.

Por otra parte, una encuesta dirigida a los afines a la Fundación Inov-Culture daba un porcentaje de 75 % favorables al proyecto, pero con una ubicación diferente de la prevista. Si se mantenía la idea de un nuevo edificio, descartando aprovechar otros ya existentes, como el edificio de Aduana, las zonas recomendadas eran las Glòries, con la proximidad del Auditori, del Teatre Nacional de Catalunya y del Museu del Disseny o la zona del Fòrum, con la proximidad del Museu Blau, de la Torre Telefónica y de la atrevida pérgola fotovoltaica. En cuanto a la explotación económica, la experiencia de otras franquicias, incluyendo la franquicia de Ámsterdam, y de la gestión de la mayoría de los museos, no escaparía a un déficit a pesar de las previsiones de los promotores, el fondo de inversión Varia Europe y Cultural Development Barcelona, sin contar con el retorno de la inversión de 52 millones de euros. Este déficit tendría que ser absorbido por una participación de las administraciones locales, es decir, con los impuestos de los ciudadanos.

La cuestión del contenido de este Hermitage Barcelona ha pasado a segundo plano a la vista de las dificultades encontradas con la aprobación del proyecto arquitectónico por parte del Ayuntamiento. La originalidad de un edificio es, sin lugar a dudas, un atractivo y una incitación a la visita. En Barcelona, edificios emblemáticos como el del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), el del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba), el de la Fundació Joan Miró, el del Museu del Disseny o el del Museu Blau, por dar algunos ejemplos, contribuyen a atraer visitantes, pero lo más importante es el contenido y las actividades que se desarrollan a su alrededor. Esta faceta de las actividades de un museo está cobrando cada vez más importancia, pasando de ser un mero conservador y exponente de obra a un actor y animador de iniciativas culturales.

Llegado a este punto de relaciones entre el Port, el Ayuntamiento, el Hermitage y las empresas promotoras hay declaraciones de recursos a la vía legal para forzar una decisión favorable a la edificación del edificio del arquitecto Toyo Ito en la zona portuaria, cerca de la bocana norte del puerto. Los argumentos económicos, adornados de lucro cesante, se mantienen difícilmente debido a que el proyecto es solo un proyecto y las previsiones de resultado económico son puramente informativas. Evidentemente, la construcción de este museo en otra ubicación descartaría al Port del protagonismo inicial.

Además de una ubicación en Barcelona distinta, ¿cuáles serían las alternativas? En cierto momento, el Ayuntamiento de Madrid propuso negociar directamente con el museo Hermitage su instalación en este municipio. Es de prever que los responsables de los museos ubicados en Madrid adoptarán una actitud no muy favorable al proyecto. Quizá descartando Barcelona y Madrid, el Ayuntamiento de Málaga, que ha hecho grandes esfuerzos en el sector cultural y que alberga la franquicia del Centro Pompidou de París, sería un candidato. Además, este municipio es la sede de la colección del Museo Ruso de San Petersburgo.

A tenor de los informes requeridos por el Ayuntamiento, en su mayoría contrarios al proyecto inicial, de la opinión de los vecinos afectados y a pesar de la incorporación reciente del Liceu y de la campaña mediática favorable, este proyecto toma la senda judicial con futuro lejano e incierto. Mejor sería una solución negociada para su instalación bien en Barcelona bien en otro municipio.