Por el amor de una mujer
El ya exobispo de Solsona, Xavier Novell, era polémico, duro de roer y ambicioso
El ya exobispo de Solsona, Xavier Novell, siempre fue un sacerdote controvertido, un hombre de Iglesia que hablaba sin tapujos y no rehuía el debate. Cuentan, algunos de los que fueron por él instruidos para la confirmación, cómo rebatía las acusaciones de integrismo hechas en la más estricta confianza. El párroco Novell respondía "si ser integrista es defender la integridad del Evangelio, pues sí, soy integrista".
Aunque no siempre fue así. Siendo más joven defendió en un Concilio de la Tarraconense la relajación del celibato y la permeabilidad del sacerdocio para las mujeres. El joven Novell cambió tras su paso por Roma donde hizo el doctorado a instancias del obispo de Solsona, Antoni Deig ('Yo no soy español'), que animó al joven Novell a alojarse en en Colegio Francés en lugar del Español, detalle nada menor. Deig era el Setién catalán, muy querido en Solsona.
En Roma, Novell entró en contacto con la Congregación de la Doctrina de la Fe del entonces cardenal Ratzinger y volvió a Catalunya, a Mollerussa en particular, cambiado. Ya no era el sacerdote progresista de la Tarraconense. Y protagonizó polémicas al cuestionar la homosexualidad, instando al recatamiento de las mujeres o condenando el aborto y el uso de preservativos.
Algo similar le ocurrió en su posicionamiento político que tampoco dudó en expresar. Lo que granjeó simpatías y desdén. Como párroco era un conocido catalanista, hijo de una familia de la árida Segarra, diócesis de Solsona. Luego sorprendió pidiendo que en las parroquias del Obispado de Solsona no hubiera repique de campanas para saludar la Via Catalana de 2013. Eran tiempos de Rouco Varela, quien inspiró el pronunciamiento de la Conferencia Episcopal defendiendo, ante la inminencia de las elecciones catalanas en 2012, que la unidad de España era un bien moral. Ergo, que ir en su contra era un pecado. Por eso el erudito padre Hilari Raguer de Montserrat respondió con su libro ‘Ser independentista no es ningún pecado’. Pero también el obispo Novell se manifestó: ‘”El derecho de las naciones es superior al bien moral de la unidad de España".
Fue nombrado obispo en 2010, con 41 años, todo un hito, enrolado en el conservadurismo. Era ambicioso y tal vez creyó que con Ratzinger en el papado y con el cardenal Rouco Varela en España, progresar significaba arrimarse a las tesis más conservadoras. Pero también eso volvió a cambiar. En 2018 sorprendió a propios y extraños con una homilía en la catedral en que defendió vehemente el derecho a decidir de los catalanes y censuró el encarcelamiento de los presos. Y no se quedó parco en palabras. "Lo que ellos (Junqueras y compañía) han perseguido con sus actos es legítimo. No es justo que hayan sido cesados y encarcelados por cumplir con su programa electoral. No es justo que por la vía de la fuerza se impida a este pueblo decidir su futuro, porque este pueblo tiene ese derecho. Somos una nación. Será todo lo legal que quieran (el encarcelamiento) pero los cristianos no nos guiamos ni tenemos criterios en función de leyes positivas, sino de aquello que es justo, cierto y digno".
Era duro de roer y contravino, por ejemplo, la petición formulada por escrito del rector de Solsona, Jesús Huguet, de no permitir al obispo Novell que oficiara su sepelio. Huguet era un hombre muy próximo al alcalde, Xavier Jounou, fallecido en 2010. Ambos muy queridos en Solsona. Católicos republicanos y progresistas. Ocurrió que Huguet murió en un trágico atropello en marzo de 2012. Novell no respetó la última voluntad de Huguet.
Y si ese episodio fue controvertido para los vecinos de Solsona, el vacío que deja ahora Solsona en manos del Obispado de Vic no es menor. Nadie sabe a ciencia cierta hasta cuándo va a durar esa tutela. Junto al obispo de Vic destaca en la gestión de esta crisis el papel de Marc Majà, vicario general de Solsona, otro erudito, progresista, que sirvió en Berga antes de ser párroco de Solsona. Majà podría ser un valor al alza.
El obispo Novell no se amilanaba ante nada. Fue el único obispo que se atrevió a visitar a los miembros del Govern encarcelados en Estremera. Solo otra figura relevante, un abad, fue a Estremera también en 2018. Pero ninguna de esas eventualidades lo apartó de la responsabilidad al frente de la diócesis durante estos más de 10 años de polémico Obispado. Lo hizo, de repente, el amor de una mujer, de una escritora de novela negra, a la que conoció en un conciliábulo sobre exorcismos. Y ese amor ha puesto punto final a su trayectoria eclesiástica. Lo cantaba Julio Iglesias "Por el amor de una mujer / jugué con fuego sin saber / que era yo quien me quemada /Por el amor de una mujer / he dado todo cuanto fui / lo más bonito de mi vida".
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