La nota

Sin aeropuerto

La falta de acuerdo para la ampliación de El Prat entre el Gobierno de Madrid y el de la Generalitat es una pésima noticia para Catalunya

El aeropuerto de El Prat

El aeropuerto de El Prat / FERRAN NADEU

Joan Tapia

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Lo del aeropuerto es triste. Y grave. Desde el principio se sabían tres cosas. Una, la ampliación era clave para que Barcelona, y Catalunya, no quedaran en inferioridad no solo respecto a Madrid (la ampliación allí se hará), sino ante Milán o Viena. Dos, el proyecto era muy complicado porque afectaba una zona natural protegida por la UE que no se podía alterar sin compensaciones muy importantes. Tres, por eso era condición 'sine qua non' el acuerdo previo del Gobierno de Madrid con el de la Generalitat. 

El 2 de agosto se llegó a un pacto esperanzador entre la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, y el vicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró. El acuerdo preveía el alargamiento de la tercera pista y la afectación -sin concretar- de la zona protegida. El acuerdo fue acogido con gran satisfacción, pero con las críticas del ecologismo, de la alcaldesa de Barcelona, de Podemos y de sectores de ERC. La ‘consellera’ de Agricultura, Teresa Jordà, firmó con Ada Colau una protesta. 

En agosto, el ruido contrario ha subido y cuando el viernes pasado Aena, empresa cotizada en bolsa en la que el Estado tiene el 51%, presentó el plan que -asegura- respeta el pacto del 2 de agosto, todo se complicó. Por la tarde un tuit del ‘president’ Aragonès exigía a Aena una rectificación y en el fin de semana se ha sabido que dirigentes de ERC estarían en la manifestación del próximo 19 contra la ampliación. El miércoles la ministra de Transportes anunció que el Estado retiraba la inversión al haberse roto el consenso con la Generalitat.

Este jueves Aragonès insistió en que el Gobierno no cumplía el acuerdo previo (el vicepresidente Puigneró no dice lo mismo), que se trataba de un chantaje para imponer un modelo desarrollista y que la Generalitat no cedería y reclamaba la gestión del aeropuerto (asunto olvidado últimamente). Con todo, Aragonès mantiene la mesa de negociación: el incumplimiento de Madrid no me va a hacer renunciar a pedir la amnistía y el referéndum. Y sugería -siguiendo a Junqueras- que el Gobierno nunca había querido hacer la inversión y que sabía que no se podría realizar porque la UE nunca lo aprobaría. Cierto, si la Generalitat no lo avalaba.

La alcaldesa de Barcelona y la vicepresidenta Yolanda Díaz festejaban este jueves en La Ricarda la victoria porque estamos en emergencia ecológica. De la ampliación de Madrid, ni palabra. El daño al futuro de la humanidad estaba en Catalunya. 

El problema es complejo. Lo de la emergencia ecológica es cierto, pero la solución no es parar el mundo, sino la ciencia y el progreso en los biocombustibles. El Gobierno de Madrid y Aena no han vendido bien la ampliación a las mentalidades más refractarias. Pero da la sensación de que ERC ha preferido -ante el 11 de setiembre y la mesa de negociación- cerrar filas con parte de sus bases y el ecologismo fundamentalista. Y Madrid ha acabado pensando que la ampliación no se podría llevar a cabo con la oposición de la alcaldesa Colau, del ‘president’ Aragonès y entre protestas.

Un mal resultado para Barcelona que será difícil corregir, mientras que Madrid seguirá creciendo. Pedro Sánchez tenía oposición interna de Podemos (como cada día), pero apostó porque, pese a todo, manda. El Gobierno catalán está más dividido y el ‘president’ ha priorizado el malestar de la izquierda utopista. Triste y grave.

Pero no seamos ‘cenizos’. Es difícil, pero quizás las cosas puedan cambiar. Es lo que pedían este jueves no solo los empresarios sino también los sindicatos, que no se apuntan a Colau. 

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