Por qué hay países con más corrupción
En la lucha contra el fraude van mejor los países que tienen pocas leyes, pero bien aplicadas
Oriol Amat
Catedrático de Economía Financiera de la Universitat Pompeu Fabra.
Oriol Amat
Leyendo los informes de la oenegé Transparencia Internacional se comprueba que la corrupción es un problema a nivel mundial y que nuestro país está en una situación mejorable, aunque muchos países están peor. Los países con menos corrupción son buena parte de los nórdicos y varios anglosajones y germánicos. En este artículo intentaré responder a la pregunta de por qué en unos países hay más corrupción que en otros y qué se puede hacer para mejorar.
Para entender las causas del problema es útil recordar la teoría de la puerta del fraude que propone cuatro elementos que explican que se cometan fraudes. Estos elementos son la motivación, la oportunidad, la racionalización y el perfil del defraudador.
La motivación es la necesidad que promueve el interés en defraudar. En el caso de la corrupción la motivación más clara es el deseo de enriquecerse. A menudo, nos sorprendemos al conocer que una persona que lo tiene todo vulnera la legalidad para enriquecerse aún más. Una posible explicación es que se trata de personas muy envidiosas y como siempre conocen a alguien más rico, al compararse tienen la sensación de que son pobres y necesitan robar más. Sin duda la avaricia, uno de los siete pecados capitales, es el motor de muchas corrupciones.
El segundo elemento es la oportunidad, que se da cuando existen circunstancias que permiten defraudar con un nivel de riesgo bajo. Estas circunstancias son la legislación, los sistemas de control y la justicia, entre otros. La existencia de oportunidades hace más fácil que se produzca corrupción. Como dicen en América Latina: “En arca abierta, el justo peca”, que significa que cuando hay una oportunidad, inclusive una persona que no tiene intención de defraudar puede hacerlo. Por ello, es fundamental tener una regulación y unos sistemas de control que lo pongan muy difícil a los corruptos. Esto explica que en los países que tienen mala regulación y que, además, no la aplican o no la aplican igual para todos hay más corrupción.
El tercer elemento es la racionalización, que es el marco mental que explica que el defraudador justifique la comisión de fraude. La mayoría de fraudes son cometidos por personas que no se ven a sí mismas como criminales. Creen que cometen el fraude porque tienen una causa justificada. La racionalización explica que muchas personas que cometen fraudes se sientan bien consigo mismas y no se arrepientan de su mal comportamiento. Es el caso de gobernantes o directivos que se corrompen porque creen que deberían cobrar más dinero por su trabajo y lo resuelven, por ejemplo, aceptando sobornos. Otras personas se ven legitimadas a defraudar porque ven que sus superiores también lo hacen.
Finalmente, el cuarto elemento es el perfil de la persona defraudadora. El perfil incluye características como el nivel de conocimientos, el cargo profesional o la red de contactos, sin los cuales no se podría cometer el fraude. En el perfil del defraudador también tenemos características personales como el nivel de ética y la arrogancia, que explica que algunas personas tengan una codicia ilimitada y la sensación de impunidad al creer que ley no les afecta.
Gobernantes y otros líderes deben predicar con el ejemplo para mejorar los estándares éticos de la población
Los cuatro elementos de la puerta del fraude pueden ser utilizados para combatir la corrupción. Por un lado, tenemos políticas como el refuerzo de los estándares éticos que pueden incidir en el perfil de las personas y sus motivaciones para cometer fraudes. Aquí puede ser decisivo conseguir que gobernantes y otros líderes prediquen con el ejemplo para conseguir mejorar los estándares éticos de toda la población. Otro aspecto fundamental son los valores que transmiten las familias, los centros educativos y los medios de comunicación. También juega un gran papel el marco legal, ya que van mejor los países que tienen pocas leyes, pero bien aplicadas. Ya lo señaló Tácito, historiador y gobernador del Imperio romano: “Cuanto más corrupto es el Estado, más numerosas son las leyes”.
Resumiendo, el nivel de corrupción es mejorable y por ello hay que conseguir avanzar en temas como la calidad y cumplimiento de la regulación, el sistema de valores reforzando los elementos éticos; y el ejemplo que dan las personas que más pueden influir en las demás. Como dice Homero en ‘La Ilíada’: “Las palabras conmueven, pero el ejemplo arrastra”.
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