Cultura

Los otros fusiles

Todo lo que nos ofrecen los libros es la mejor compañía para transitar por un mundo cada vez más embrutecido

Lectores eligiendo libros en una librería de Barcelona

Lectores eligiendo libros en una librería de Barcelona / Ricard Cugat

Carles Francino

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Tengo un amigo poeta que cuando alguien relativiza el valor de los libros, responde invariablemente: “Si un día me tienen que operar de urgencia, prefiero que el cirujano haya leído 'El Quijote'". Yo suelo reprocharle que pone el listón muy alto, pero creo que se entiende bien lo que quiere transmitir. Y resulta que en pocos días -no puede ser casualidad- me han atropellado varias historias donde la luz de los libros se proyecta por todas partes.

Seguramente la más hermosa de esas historias sea la de Cristina Simó, una valenciana de 18 años a la que su abuelo regalaba un libro en cada aniversario desde que ella aprendió a leer. El abuelo murió, es ley de vida; pero antes dejó escondido para su nieta un último regalo ('Amapolas en octubre', de Laura Riñón) que descubrió hace pocos días al llegar a la mayoría de edad. La otra tarde se emocionaba contándolo en la radio y no me extraña porque nos emocionamos todos. La misma emoción que puede suscitar el gesto de las más de 3.000 personas que han ofrecido sus domicilios particulares para acoger a mujeres y niñas afganas, forzadas a abandonar el país ante la amenaza de los talibanes. Una de las impulsoras de este movimiento civil 'Yo acojo' es la editora Sol Salama, de 'Tránsito y libros'; y sí, ya sé que en el grupo aparecen también actrices, abogadas, periodistas... pero hablando con ella la otra tarde no pude evitar ilusionarme con la idea de que el contacto con los libros puede hacernos mejores personas.

Admito que eso no es suficiente, no siempre ocurre; de hecho, conozco a tipos deleznables que son lectores voraces; y también hay monstruos de la historia, como Hitler, que se solazaban con la música clásica. Pero prefiero pensar que la posibilidad de sentir otras vidas, palpar sentimientos, aprender, relajarnos, divertirnos, indignarnos, apasionarnos... todo lo que nos ofrecen los libros –y la cultura en general- es la mejor compañía para transitar por un mundo cada vez más embrutecido, más talibán. Al menos que podamos defendernos con algo; los libros y la cultura pueden ser los otros fusiles.

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