Balance de agosto

Talibanes y jueces

Quizá debamos preguntarnos quién manda. ¿Los jueces, la Generalitat adormecida o los botelloneros?

Botellón en Sants el pasado fin de semana, durante su fiesta mayor.

Botellón en Sants el pasado fin de semana, durante su fiesta mayor. / Manu Mitru

Xavier Sardà

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El mes de agosto nos ha reconciliado con nuestra mediocridad y nuestras limitaciones personales. Menudo mes.

Tengamos en cuenta lo de las tropas internacionales en Afganistán. Veinte años luchando contra los talibanes, creando una policía, un ejército y un Estado. Se retiran los países de la coalición y todo se hunde en dos semanas. Un pastelazo y una huida innoble. Piernas para que os quiero. Atentado sangriento del ISIS, que son los más integristas de los integristas. Estados Unidos les lanza drones. Goliat usando la honda de David.

Al final, resultará que los talibanes serán los moderados. Cuando la cosa va de religión o de identidad, la rivalidad no se basa en contraponer proyectos sino en acusar al contrario de ser poco puro y someterse al enemigo. Los talibanes son, para Estado Islámico, unos flojos. ¿Qué son para Occidente?

Al parecer, el secretario de Estado americano, Antony Blinken, sabía lo del colapso potencial, pero se lo calló. El típico ‘sí, señor’. De todas maneras, Edgar Morin nos recuerda que añoramos una simplicidad que no existe.

Otrosí. Los jueces españoles enmiendan la plana a los políticos. Han parado la repatriación de los jóvenes marroquís. Marruecos ahora los acepta, pero los jueces españoles dicen que no. Los inmigrantes están en el filo de la nada, esperando destino y buenaventura. Va para largo, si es que va a alguna parte.

En Catalunya, la adormecida Generalitat dice que el toque de queda es imprescindible, aunque los jóvenes no lo acaten. Los jueces dicen que no al toque de queda, con poquísimas excepciones. La Generalitat sigue adormecida y los jóvenes viviendo la pandemia al gratén. Los grupos humanos que se congregan en torno al dios botellón no son negacionistas, son nihilistas sin saberlo. Eran aquellos que decían que al final todo se reduce a nada y por lo tanto nada tiene sentido. Eso sí, la lista diaria de muertos vuelve a las tétricas andanzas. Quizá debamos preguntarnos quién manda. ¿Los jueces, la Generalitat adormecida o los botelloneros?

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