Mentiras

Parábola del buen talibán

Los terroristas pasarán a ser interlocutores. Entonces, sus víctimas empezarán a incomodar

Dirigentes talibanes, en el aeropuerto de Kabul, este martes.

Dirigentes talibanes, en el aeropuerto de Kabul, este martes. / Afp

Matías Vallés

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El mundo ha concentrado todos sus males en Afganistán y Biden pagará la factura, así que otra mujer afgana asume el manto mediático de portavoz de su país. Conforme desmenuza perfidias, esclavitudes y vejaciones, su peripecia se remonta a meses y años atrás. Los talibanes ejercen de malvado universal, pero su responsabilidad estricta se extiende a lasdos últimas semanas. Procede por tanto recordar que el país asiático no era una democracia, solo un narcoestado con presidentes títeres de Washington en elecciones amañadas, se hable de Karzai o de Ghani. Quince de los 19 aeroterroristas del 11-S eran saudíes, así que Bush bombardeó Afganistán.

No es de extrañar que los autores de estas falsificaciones pretendan disfrazar ahora la evacuación de expiación, la fuga de operación humanitaria. Se rescata a unos miles de personas, incluido un vuelo británico con mascotas, pero se pretende olvidar que Kabul adoba un conglomerado de población en el rango de la española, y que generará de inmediato entre medio millón y cinco millones de refugiados.

La última patraña

Ningún país occidental puede asumir su cuota de esta remesa. Si a cualquier mentira la apellidas Afganistán, gana de repente un plus de credibilidad. Por ejemplo, no ha habido una reconquista talibán, sino un apartamiento, con el efecto de cortar el agua con un cuchillo. Los fanáticos del emirato islámico son los primeros sorprendidos de una victoria más rápida que la campaña aliada de 2001, mientras los inventores de patrañas afganas preparan su última fabulación.

Se trata del buen talibán, el talibán 2.0, el talightban, el talibán bio. Al fin y al cabo, esta vez no han colgado de un poste de tráfico de Kabul al presidente asesinado, que entonces era Najibulá. Una vez aposentados, con sus posaderas sentadas, los terroristas radicales pasarán a ser interlocutores válidos desde el poder. A lo sumo, gamberretes desorientados. Entonces, las víctimas de los talibanes empezarán a incomodar a sus entusiastas de hoy. La mujer afgana perderá la batalla definitiva, la audiencia.

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