Una entrevista

El papa Francisco, España y la reconciliación

Las palabras del pontífice sobre el independentismo, la memoria histórica y el diálogo han sacudido la opinión pública

El Papa Francisco

El Papa Francisco / FABIO FRUSTACI

Sergi Sol

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La elección del papa Francisco fue una vuelta de tuerca ante unos predecesores mucho más conservadores. Es un retorno a la Iglesia de los Evangelios. El cardenal Ratzinger, papa Benedicto, estaba en otras. Uno argentino, el otro alemán. Uno jesuita, el otro con su turbio pasado del que tampoco escapa Francisco. Ambos, sabios. Especialmente Ratzinger, un intelectual de reconocido prestigio.

Las palabras del Papa ante Carlos Herrera, en la Cope, han sacudido parte de la opinión pública como el ciclón 'Gloria' lo hizo en el Maresme o la reciente tempestad que ha asolado el sur del Ebro y el norte del Maestrat nos ha recordado que el cambio climático empieza a hacer estragos. Por cierto, Francisco, además de ser el Papa de los pobres, también es el primer Papa mediombientalista.

El papa Francisco sacó a colación el siglo XX español en la entrevista. Y sus dictaduras criminales. Primero, Primo de Rivera. Luego, Francisco Franco. Y aludió sutilmente a esa guerra civil que lideró Franco y que la Iglesia española -o al menos buena parte de ella- apoyó y defendió como una Cruzada. Ayer los católicos, como hoy los musulmanes, han llamado a la guerra en nombre de Dios. Acuérdense ya del primer precedente, cuando el Papa Urbano II dijo en Avignon aquello de ‘Dios, lo quiere’ y empezaron las Cruzadas y sus matanzas.

El historiador Josep Benet se preguntó, en su día, cómo pudo ser que la Iglesia catalana, la más progresista de Europa, hubiera padecido la peor persecución del continente con la salvedad de Rusia. A esa paradoja, como Benet, quiso dar respuesta el padre Hilari Raguer, benedictino de Montserrat. Pues bien, Raguer concluyó que es cierto, que Catalunya ha tenido la Iglesia más social y la ilustró en la figura del Cardenal Vidal i Barraquer, defensor de la legitimidad de la República. Pero esa Catalunya también dio a luz al cardenal Gomà, primado de Toledo y defensor de Franco y de la Cruzada Nacional. Ambos catalanes, de Cambrils y la Riba. Ambos habían estudiado en el mismo seminario. Y pese a eso representaban el sector más progresista y el más ultramontano.

En su momento, el episcopado español quiso tener al Papa a pies juntillas con Franco. Si eso no ocurrió es en buena medida porque Vidal i Barraquer intercedió. No era fácil para Vidal i Barraquer defender la República ante el Papa en Roma precisamente porque el cardenal catalán había huido de la República para evitar acabar en una fosa, asesinado en la retaguardia republicana, tras ese verano de borrachera de sangre de 1936. Le salvó el 'president' Companys de una muerte segura. Y pese a todo, pese a haber visto cómo asesinaban a sus amigos, defendió a la República, lo que le granjeó el odio de Gomà, que le impidió volver a Catalunya. Contaba Mossèn Ballarín, otro damnificado, que esa República que él defendía también le expulsó. A él y a todos los jesuitas en 1936. No olvidemos que Francisco también es jesuita. Y pese a conocer toda esta historia, el papa Francisco se preguntó si España se había reconciliado con su historia. Lo que fue leído como una puya por el llamado constitucionalismo.

El Papa en 1936 era Pío XI y asistía a una espeluznante persecución religiosa en España y sobre todo en Catalunya. Ante esos hechos publicó una encíclica que condenaba toda la violencia, toda, incluido el alzamiento militar. Lo más sorprendente es que la España republicana dio a conocer enterita esa encíclica mientras la franquista solo publicó la parte que le interesó. Es decir, la franquista, que decía actuar en nombre de Dios, censuró al Papa mientras la republicana no. Paradojas de la vida pero que nos cuentan muchas cosas.

La Iglesia española, pese a su inercia derechista, ha defendido recientemente los indultos, lo que enervó a muchos. Pero no olvidemos que en 2012 el Episcopado español salió al paso de las elecciones catalanas proclamado que la unidad de España es un bien moral. A esa soflama se apresuró a responder el padre Hilari Raguer, que contestó con un libro, ‘Ser independentista no es ningún pecado’.

Estamos ante un escenario que no es nuevo, un escenario de dos sensibilidades antagonistas. Y en esta ocasión, el Papado ha terciado en el debate expresando una sensibilidad que disgusta a algunos y empatiza con otros, Ahí está la catalana sor Lucía Caram, aunque argentina ella, amiga del Papa. Siempre hay un alma cerca de otra que influye y defiende los valores del Evangelio que nada tienen que ver con esa Iglesia de las Cruzadas, ni la que quería tomar Tierra Santa a sangre y cuchillo ni la que quería salvar España limpiando su alma de impíos republicanos.

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