Las Kellys

El reciente anuncio de Las Kellys, camareras de hotel, de crear una web de reservas de alojamiento que cumplan con los criterios de su “sello de trabajo justo y de calidad”, ha dado un nuevo impulso a las reclamaciones que iniciaron, hace unos pocos años, para evidenciar su justificado malestar por sus condiciones laborales. Dos son los principales argumentos de sus quejas.

De una parte, las bajas remuneraciones que no dan para llegar con dignidad a final de mes. La suya es una ocupación poco cualificada, si bien de gran dureza y nulo reconocimiento. De otra, los abusos en las prácticas de externalización, una opción que adquiere su sentido en diversas circunstancias, esencialmente cuando las empresas: requieren ocasionalmente los servicios de personas con una cualificación profesional muy específica; necesitan ajustarse a fluctuaciones notables en la demanda; o desarrollan su actividad en un marco laboral de gran rigidez. Pero en el caso que nos ocupa, no se da ninguno de dichos supuestos y, sin embargo, las kellys pueden trabajar en un mismo establecimiento durante muchos años, contratadas por una empresa externa, con la que su relación se limita a percibir la nómina. Así, a un trabajo áspero y mal remunerado, como es el adecentar las habitaciones que los clientes, a menudo, dejan patas arriba, se le añade una especial precariedad y desarraigo.

Por todo ello, bienvenidas sean sus iniciativas, que deberían servir para abrir un debate, sereno e informado, que va mucho más allá del ámbito estricto de las camareras de hotel, pues otros colectivos también viven situaciones similares. Finalmente, es muy interesante observar cómo muy buena parte de su éxito reivindicativo, resulta del acierto en haber encontrado una palabra que identifica la personalidad y reclamaciones del colectivo: Las Kellys. ¡Menuda factura hubieran presentado unos profesionales de la comunicación, muy bien pagados, por pensar en este nombre!

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