ANÁLISIS

Griezmann, en la mesa de Memphis

Griezmann, en el túnel de vestuarios de San Mamés antes del duelo con el Athletic.

Griezmann, en el túnel de vestuarios de San Mamés antes del duelo con el Athletic. / FCBARCELONA

Sònia Gelmà

Sònia Gelmà

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Han pasado tres años desde que Antoine Griezmann, en un ejercicio de alta autoestima que aún le persigue, dijo aquello de que ya comía en la mesa de Messi y Cristiano Ronaldo. La hemeroteca puede llegar a ser muy cruel. Todos tenemos alguna frase que el paso del tiempo nos ha desmentido con contundencia.

Griezmann se ha ido empequeñeciendo desde entonces hasta el punto de que ya no aspira a sentarse en la mesa de los cracks, sino que más bien cede su puesto de aspirante a todo aquel que haga oposición. En este inicio de temporada, por ejemplo, se diría que incluso pide invitación para tomar café en la mesa de Memphis.

La reciente salida de Messi deja un vacío, una oportunidad que hasta el momento no ha querido o no ha sabido aprovechar

La reciente salida de Messi deja un vacío, una oportunidad que hasta el momento no ha querido o no ha sabido aprovechar. Y así estamos, esperándole, una temporada más. El 10 ha dejado de ser coartada. Los indicios apuntan a que el francés no tiene intención de rebelarse contra ese mono de trabajo que se ha autoimpuesto desde que llegó.

Lejos quedan aquellos galones que le daban ser el líder de una selección campeona del mundo. De hecho, no se le ve angustiado por dar un paso adelante, su mensaje fuera del campo confirma su poca ambición por sobresalir. Este mismo sábado, preguntado por si debía pisar más área en ataque, trasladó la responsabilidad a su técnico. Hace lo que le mandan. 

Se siente cómodo siendo uno más, pero esto tiene un pequeño gran inconveniente. No es la etiqueta con la que llegó

Disciplinado, Griezmann es jugador de club y así ha sido en toda su trayectoria azulgrana, ni siquiera enfureció públicamente el día en que Setién le hizo entrar al campo en el descuento de un partido contra su exequipo. Su aportación en goles y asistencias es aceptable y se siente cómodo siendo uno más, pero esto tiene un pequeño gran inconveniente. No es la etiqueta con la que llegó, ni la condición bajo la que firmó contrato de crack.

Si asumimos que no es el líder que esperábamos, sino un excelente jugador de complemento, quizás su sueldo debería también ir de acuerdo con ello, ahora que algunos compañeros, también complementarios, han aceptado rebajarse el sueldo.

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