APUNTE

Claridad y confusión

Koeman y Alba.

Koeman y Alba. / ANDER GILLENEA

Albert Guasch

Albert Guasch

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En la entrevista publicada esta semana en este diario a Memphis se le preguntaba qué espera de un entrenador, qué le pide. En el pasado ha tenido relaciones rugosas con algunos técnicos (Jose Mourinho en el United o Bruno Genesio en el Lyon) y, en cambio, ha encontrado una sedosa sintonía con Ronald Koeman. Su respuesta parece ir en la línea de lo que ocurre en los estamentos visibles del club: «Para mi hay algo muy importante que es la claridad. Tienes que ser claro con los jugadores». 

Va en el carácter holandés esa franqueza que salpimenta con un punto de brusquedad. En el contexto azulgrana lo hemos advertido en el pasado. Cruyff, Van Gaal y ahora Koeman no parecieron nunca personas a los que gustaba de relacionarse con sutilezas para amortiguar el impacto del mensaje. Memphis, compatriota, el mejor anoche en Bilbao con diferencia, reclama justamente eso, un trato sin circunloquios.

Ir de la mano

El actual inquilino del banquillo azulgrana hizo gala de esa sinceridad radical al hablar el viernes de algunos futbolistas de la plantilla. Umtiti, Pjanic y sobre todo Ilaix y sus codiciosos agentes ya saben a lo que atenerse. Lo saben de parte del entrenador y de parte del club. Ayer, por cierto, decidió Ilaix que su futuro internacional está con Guinea y no con España. Ha entrado el joven jugador en una fase de decisiones trascendentes para su carrera. El tiempo dirá si acierta. 

Resulta extraño que Koeman y Laporta tardaran tantos meses en encontrar la química que parece existir ahora. El presidente es también de los que se expresa con suma claridad y, como el entrenador, no se doblega ante el pulso de jugadores y representantes. No sucedía con su predecesor (a la vista está ante la estructura salarial heredada y que tanto cuesta de desmontar).

Laporta y Koeman van de la mano en decisiones de club. Las necesidades deportivas y las económicas encajan. Vital en estos tiempos de penuria y reconstrucción. Y se manifiesta a través de un ir de cara como nunca, sin ceder en nombre de un tipo de convivencia. Solo haría falta que el equipo jugase mejor que anoche para minimizar el riesgo de fisuras entre los dos puentes de mando.

Memphis, el iluminado

Esa claridad institucional no se trasladó en claridad de ideas en el campo. Confusión durante casi todo el partido en un estadio al que conviene ir con la cara pintada para la guerra y no tan pálida; atolondrado Braithwaite en una ocasión al principio que parecía más difícil de fallar que de meter; desorientado también el árbitro en el gol anulado a Araujo (el contacto no sería falta ni en un partido de baloncesto).

El Athletic secó las ideas de un Barça que no encontró una solución coral como ante la Real Sociedad y, claro, tampoco pudo recurrir a la magia de Messi, que se lo debió mirar con condescendencia desde su casa de Castelldefels junto a Neymar. Suerte de Memphis, de la estirpe de los creadores. El más iluminado.