Himno de una época

A 50 años de 'Mediterráneo'

Si Afganistán hubiera contado con una canción similar, Hamid Karzai alcanzaría la talla de un Juan Carlos I antes de la corrupción

Joan Manuel Serrat

Joan Manuel Serrat / JOAN CORTADELLAS

Matías Vallés

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La recaída de Afganistán demuestra que cambiar las mentes es más importante que modificar las leyes. Sin embargo, el relato de la Transición española que asombró al mundo pero no a los españoles del siglo XXI se entiende como un fenómeno eminentemente político, ligado al oportunismo tras la muerte a domicilio del dictador. No se especifica la condición de “transición política” para desligarla de otras mutaciones en paralelo, sino para rematar que se trata únicamente de asuntos ligados al reparto de poderes.

El desastre afgano redunda en que la democracia solo sirve de barniz sin una sociedad predispuesta a empaparse de sus valores. Pese a ello, por cada 100 aproximaciones políticas a la transición política solo se encontrará una obra que analice el humus que la fertilizó. Y en este alumbramiento guiado de una nueva época brilla con especial fulgor ‘Mediterráneo’, que acaba de colocarse a 50 años de distancia de la actualidad. La canción de Serrat’71 explica el tránsito pacífico y la modernización acelerada con más fuerza que una lectura en profundidad de los Principios Fundamentales, rebanados para sustituirlos por una Constitución.

Serrat es un estilo de vida por encima de la encarnación concreta a cargo del portador de dicho nombre, pero ‘Mediterráneo’ supera en relevancia a Adolfo Suárez o Felipe González. Si Afganistán hubiera contado con una canción similar, Hamid Karzai alcanzaría la talla de un Juan Carlos I antes de la corrupción. Sin himno, se queda en el estupor de que los estadounidenses colocaran como marioneta, véanse ‘Els titelles’ de Serrat, al hermano de uno de los mayores narcotraficantes del país. Con Franco vivo, y porque no podía estar en todo, varias generaciones ahora agostadas adoptaron en los 70 la canción fetiche como seña de identidad. Con el retraso de rigor, Sabina tradujo al madrileño el himno del último medio siglo. Hoy, el Mediterráneo no es lo que era, pero ‘Mediterráneo’ podría salvar todavía a un país en

construcción.

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