Abusos en el deporte

Ni un caso aislado más

El caso del seleccionador nacional de baloncesto nos pone en alerta y nos obliga a mirar debajo de lo que se ve

Mondelo entrevista (El exseleccionador Lucas Mondelo, en un partido del Preolímpico.)

Mondelo entrevista (El exseleccionador Lucas Mondelo, en un partido del Preolímpico.) / EFE

Montse Santolino

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Aún sin medalla de oro, estas han sido las olimpíadas de Simone Biles. Después de denunciar por abusos a su Comité Olímpico, nos ha enseñado que no hay aguantar hasta romperse. Por suerte el feminismo avanza y cada día descubrimos nuevos ámbitos y espacios donde se ha practicado el abuso de manera sistemática. Nunca fueron casos aislados.

“Soy de Hospitalet y muero matando”. Ahora que cesan al entrenador de la selección femenina de baloncesto, después de las denuncias por maltrato psicológico de algunas de las mejores jugadoras de la historia, en L’Hospitalet descubrimos con horror que asociaba su origen a sus particulares técnicas de entrenamiento. Morir matando como los militares y los toreros. Como los asesinos machistas. Esas frases tan masculinas. Esos sargentos de hierro tan exigentes con los de abajo y tan sumisos con los de arriba. Vergüenza que ese entrenador haya recibido los mayores honores y reconocimientos de nuestra ciudad y que todavía aparezca en la web municipal como celebridad local.

Por desgracia tampoco es un caso aislado. El goteo de casos de abusos en el deporte local estremece: primero fue al presidente del Club de Natación de la ciudad al que denunciaron, hace dos años, por abusos sexuales en sus años de entrenador, y este año ya han detenido a dos entrenadores, uno de gimnasia y otro de baloncesto, por abusos a menores. Igual que las 31 mujeres asesinadas este año solo son la punta del iceberg de todo un sistema invisible de abuso, igual el caso del seleccionador nacional nos pone en alerta y nos obliga a mirar debajo de lo que se ve. Durante demasiado tiempo hemos tolerado estilos y actitudes propicias para todo tipo de abusos. Urge cambiarlo y urgen nuevos protocolos más estrictos y específicos.     

Por supuesto los abusadores no nos representan. Nos representan todas las niñas y mujeres que, como Simone Biles, denuncian. Las campeonas que, como ella, luchan para no morir, ni permitir que las maten.