Análisis

El podio de los atletas comprometidos

Los Juegos de Tokio han sido una de las ediciones con mucho mensaje político y a favor de la igualdad

Videocomentario | Verónica Fumanal repasa el podio de los atletas comprometidos

Videocomentario | Verónica Fumanal repasa el podio de los atletas comprometidos / REUTERS / MIKE BLAKE

Verónica Fumanal

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Los juegos olímpicos de Tokio 2020 se iniciaron con una llama de hidrógeno que pretendía ser el signo de la nueva energía de un mundo más limpio y sostenible. Este primer síntoma de la transcendencia reivindicativa de los juegos olímpicos no era sino un primer paso hacia lo que han sido una de las ediciones con mucho mensaje político y a favor de la igualdad. Desde aquí, quiero agradecer a todos los deportistas de élite que no solo fueron a competir por ser los mejores, sino que querían competir por hacer un mundo mejor. Este podio de valores es un pequeño homenaje.

Simon Biles ha sido todo un símbolo del 'mens sana in corpore sano'. La atleta icónica interrumpía su paso por los juegos para cuidar de su salud mental, un gesto pionero y más por tratarse de un tema un tanto tabú. Biles pasará a la historia como la gimnasta que evidenció que el componente físico es el 50% de la salud si no va acompañado de la mental. Ni que decir tiene que esta pandemia ha sacado a la luz la necesidad de invertir recursos públicos, con una tasa de suicidio en menores que debería hacer saltar todas las alarmas.

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Gays y lesbianas

Raven Saunders no dudó en cruzar sus brazos en forma de X para reivindicar los derechos de las minorías, a pesar de conocer las posibles sanciones, que, afortunadamente, el COI ha decidido no aplicar. Saunders, negra y lesbiana, quiso que el mundo que estaba admirando su capacidad para lanzar peso, también se diera cuenta de los derechos de las minorías que nunca tendrán su proyección.

 Tom Daley, medalla de oro en plataforma de diez metros sincronizado, quiso ser el referente que él nunca tuvo, afirmando que era “gay y campeón olímpico”. Y es que ya sabemos las reticencias que existen en el deporte, sobre todo masculino, para hablar de la homosexualidad. El mensaje con el oro en el pecho "No importa lo solo que te sientas ahora, no estas solo. Puedes lograr cualquier cosa” es un canto a todos aquellos que tienen miedo a no sentirse comprendidos por su condición sexual y supone un gesto de valentía extraordinario.

Tokio, también, pasará a la historia por ser la primera vez que una transexual ha participado, no sin polémica, a la que se ha enfrentado la neozelandesa Laurel Hubbard en halterofilia. En total, han participado 179 deportistas LGTBI visibles, el triple que en Río de Janeiro. 

No habían empezado las olimpiadas cuando Ona Carbonell denunció la imposibilidad de dar de mamar a su hijo durante los Juegos. Este hecho mostraba la dificultad añadida que tienen las deportistas de alto nivel respecto a sus compañeros varones, porque la conciliación también sigue siendo una asignatura pendiente en el deporte.

Tras la denuncia de la capitana de las nadadoras sincronizadas, fueron varios equipos femeninos de gimnasia y balonmano playa los que denunciaron el vestuario sexualizado que se ven obligadas a llevar, revindicando un trato igualitario respecto a sus compañeros varones. Pero seguramente la deportista más vilipendiada por su estética fue An San, la medallista olímpica surcoreana atacada por llevar un peinado demasiado feminista, es decir, un pelo corto que recibió el apoyo de miles de feministas de todo el mundo que la apoyaron frente al ataque de sus compatriotas.

Krystsina Tsimanouskaya seguramente ha sido la deportista sin medalla más famosa de estos juegos. La atleta bielorrusa pidió asilo político ante el miedo por las represalias del régimen de Lukashenko, al que la atleta había denunciado en varias ocasiones. Tsimanouskaya ahora está en Polonia a la espera de que el COI esclarezca lo ocurrido. 

Mención a parte merecen los medallistas españoles que fueron objeto de polémica por parte de algunos políticos de nuestro país, algo que los convirtió en iconos por accidente de causas que se suman a su palmarés deportivo.

Ray Zapata y Ana Peleiteiro fueron protagonistas improvisados de una polémica rancia, cuando estaban celebrando sus éxitos y brindándolos a España y algunos racistas se dedicaron a repartir carnets de españoles en función de la tonalidad epidérmica. Sinceramente, que Vox es un partido de corte racista lo sabíamos todos, pero supongo que debe doler especialmente que el líder de la oposición felicite a tus compañeros de delegación oro en tiro y no tenga a bien publicar un tuit para Zapata y Peleteiro. Es más peligroso de lo que nos imaginamos.

Alberto Ginés, nuestro escalador de oro, también se vio envuelto en una polémica ideológica. En las redes se había declarado progresista y solo eso valió para que algunos cafres le reprocharan representar a España. Alberto, te queda el consuelo de saber que ellos nunca llegarán tan alto como tú.

Pero polémicas de tiempo pasados aparte, Tokio ha sido el símbolo del buen deporte, de ese en el que los compañeros se abrazan y felicitan al ganador con ese espíritu deportivo que está detrás de los JJOO. Mucha sororidad que nos reconcilia con una sociedad que quiere llegar más rápido, más alto, más fuerte. Juntos. 

 

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