La ampliación de El Prat

Suerte tenemos del Gobierno de España

Hubiera sido una desgracia que un proyecto estratégico tan importantes para el futuro de la economía catalana se hubiera ido al garete de entrada por falta de madurez política bajo el peso de ciertos tabús

El aeropuerto de El Prat

El aeropuerto de El Prat / FERRAN NADEU

Joaquim Coll

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Hay que celebrar que haya ganado el sentido común y que el proyecto de ampliación del aeropuerto siga su curso tras la reunión entre la ministra de Transportes, la socialista catalana Raquel Sánchez, y el vicepresidente Jordi Puigneró, de Junts. Hace una semana, ERC y los Comunes votaron una moción en el Consejo del Área Metropolitana exigiendo tanto al Ministerio como a la Generalitat la retirada “sin condiciones” de los planes de AENA porque, entre otras razones, se “destruiría la Ricarda”. Luego les explicaré lo que dijo Richard Forman, padre de la ecología del paisaje, sobre esta laguna que algunos quieren convertir en intocable. Pues bien, aunque la propuesta no salió adelante gracias a la mayoría que ostenta el PSC en este órgano metropolitano, la abstención de Junts hizo temer lo peor. Hasta ahora el mayor riesgo es que la ampliación entrara en vía muerta por la negativa de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y de El Prat, Lluís Mijoler, pero sobre todo por la indefinición del Govern, que se debatía entre posiciones encontradas, junto a la falta de liderazgo del president Pere Aragonès, que tampoco quería hacer enfadar a sus socios parlamentarios de la CUP.

Hubiera sido una desgracia que un proyecto estratégico tan importante para el futuro de la economía catalana se hubiera ido al garete de entrada por falta de madurez política bajo el peso de ciertos tabús. Recordemos que el ‘procés’ ya ha causado un daño enorme al crecimiento del PIB, pues Catalunya pasó de ser la tercera autonomía en 2015 a ocupar la undécima posición entre 2017 y 2019, situándose entre Galicia y Murcia. No podíamos perder esta oportunidad cuando las razones que se esgrimen en contra o carecen de fundamento o son muy discutibles. En cuanto a los humedales del Prat, como dijo Forman cuando visitó el delta, su origen es antrópico, es decir, fruto de una intensa actividad humana. La flora y fauna de La Ricarda están muy bien, pero no tienen un valor irrepetible. Santificarla es exagerado. Por tanto, lo sensato es buscar potentes compensaciones en otros espacios, multiplicando en el balance final la mejora medioambiental, teniendo en cuenta además que la Comisión Europea va a ser muy exigente en este aspecto.

Si el objetivo en cuanto a reducción de emisiones contaminantes es eliminar los vuelos de corta y media distancia con una apuesta por la alta velocidad en tren (curioso que los que se oponían antes al AVE son los mismos que ahora también están en contra de este proyecto), lo que tiene sentido es invertir en aeropuertos que sean centros de conexiones de vuelos intercontinentales. En ecología se avanza con decisiones estratégicas, no desde la defensa numantina de pequeñas cosas. Hemos de ser capaces de compatibilizar crecimiento económico y sostenibilidad. Mucho cuidado con las teorías decrecentistas, de las que hace bandera la "cultura del no a todo”, la izquierda pija de los comunes y ERC.

A todo ello hay que añadir que la ampliación del Prat no va de atraer más y más turistas, como afirma Colau, sino de mejorar nuestra competitividad en un mundo global que se organiza a base de regiones metropolitanas. Una mejor conectividad permite tener mejores empresas que creen puestos de trabajo con valor añadido. Además, si sale adelante el proyecto, los aeropuertos de Reus y Girona van a estar enlazados con El Prat en AVE, y pasaremos a ser una de las regiones europeas mejor dotadas en alta velocidad. Finalmente, renunciar a la ampliación acentuaría la condición de Barcelona como destino de ‘low cost’, con un turismo de poca calidad. ¿Es eso lo que queremos? Suerte del Gobierno de España porque en Catalunya los que mandan no saben lo que quieren.

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