Ágora

Biles mostró inteligencia, no miedo ni debilidad

La tarea bien hecha es la felicidad del atleta cuando alcanza su propia meta, no el podio. El éxito es otra cosa; efímero y frágil

Simone Biles

Simone Biles

Jordi Segura Bernal

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Osaka, Scullion, Biles... han sido portada por dar un paso atrás cuando estaban a punto de coronar la cima, por una causa mental. La lesión física de un campeón provoca compasión; una lesión mental estupor y hasta un juicio público: persona débil, cobarde, antipatriota…

Según la OMS la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades. Según A. Maslow, la salud mental es una búsqueda continua de autorrealización. Practicar deporte es sano y, como vivir, implica riesgos. Pero aceptamos mejor la fragilidad física que la mental, aun cuando esta es muy frecuente: según el Statista Research Department, en el año 2018, el 21% de la población española fue diagnosticada con algún tipo de trastorno mental. Un ciudadano de cada cinco.

El deporte es una escuela de vida que, entre otras aportaciones, fortalece la salud mental. Investigaciones recopiladas en 2018 por Barbosa y Urrea pusieron de manifiesto que las prácticas deportivas favorecen estados de vida saludables si se realizan correctamente. Significa saber combinar el movimiento con el reposo, entendido como “contemplación”, en palabras de B.C. Han. Actuar, sentir y pensar. Deporte saludable significar aprender a esforzarse, a afrontar dificultades del día a día, a superarse a uno mismo, disfrutando… A cualquier nivel o edad, de muchos modos y en lugares diversos (campo, agua, montaña, pista, con aparatos, solos, en compañía…). Un buen recurso formativo. 

El alto rendimiento, deportivo o de otro tipo, exige talento y entrenamiento. Concentración y gestión del estrés son imprescindibles para el cirujano, el controlador aéreo, el operario de grúa, el trapecista, el opositor… o el finalista olímpico. La tarea bien hecha es la felicidad del atleta cuando alcanza su propia meta, no el podio. El éxito es otra cosa; efímero y frágil. Pero estar en la élite no implica tener más problemas de salud que el resto de la población. Con su retirada a tiempo Biles mostró inteligencia, no miedo ni debilidad.

La escuela deportiva solicita que los mejores maestros estén en primaria y secundaria: los niveles de iniciación y tecnificación. Todos los especialistas deben estar ahí: técnicos, psicólogos, preparadores físicos… Bien preparados, trabajando en equipo. Con malos consejeros, con directivos preocupados solo por lucir medallas ajenas, con intermediarios ávidos de ganancias o con unos padres poco formados, lejos de aprender, el niño y el joven serán engullidos por la espiral insana. 

El deporte de élite es importante, sirve de modelo, pero es minoritario. En otros ámbitos es tanto o más útil. En las jornadas catalanas de psicología del deporte del 2020, desde el Clúster de Salud Mental de Catalunya se presentaron programas de centros de salud que lo aplican con finalidad terapéutica. Los currículos escolares también dan importancia a la educación física: esperemos que, gracias al covid-19, el sistema educativo le otorgue la debida importancia pedagógica. Los centros de alto rendimiento cuentan con buenos psicólogos especialistas; deseamos que la futura ley de deporte catalana recupere al psicólogo en la formación de técnicos y en el nivel de tecnificación de jóvenes promesas. Porque el deporte bien aprovechado promueve salud y bienestar: motiva a los adolescentes hacia caminos de sentido, ayuda a los trabajadores a mantener su equilibrio, a los emigrantes a integrarse, a los reclusos a reinsertarse o a los mayores a envejecer de forma saludable.

Algunos miembros de la Federación Europea de Psicología del Deporte de la que es miembro la asociación catalana han promovido un Think Tank sobre la salud mental del deportista. Proponen que las organizaciones deportivas, clubs y federaciones consideren la salud mental como un indicador clave de la efectividad de sus actividades (no solo los resultados deportivos), que sean autocríticas y acepten revisar sus metodologías de trabajo; y también, que los investigadores se esfuercen en trasmitir al entorno deportivo conocimientos sobre cómo el deporte puede contribuir a la buena salud de la población.