Plus Ultra y la parálisis

El préstamo de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) a la aerolínea Plus Ultra ha generado un enorme alboroto desde el mismo momento de su concesión. Y se entiende, pues el Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas tiene por fin ayudar a compañías estratégicas para la economía española, especialmente perjudicadas por la crisis y con buena salud previa la pandemia. Así, no se comprenden los 53 millones de euros en préstamos a una empresa aérea cuasi desconocida e irrelevante para su sector. Las acusaciones iniciales han ido subiendo de tono y, como era de prever, la cuestión ha acabado en los tribunales.

Un descrédito institucional innecesario, con el riesgo añadido de unos cuantos millones que veremos si se devuelven. Pero siendo ello muy relevante, no es lo más preocupante del caso. Lo peor, y de extrema gravedad, es la parálisis en la que se ha sumido la SEPI cuando más urgente resulta su función. 

Son muchas las empresas, con pasado y futuro, que requieren de ayudas públicas hasta alcanzar la plena normalidad. Entre ellas, por ejemplo, empresas turísticas que responden a los criterios que establece la SEPI, y a las que la inesperada quinta oleada del coronavirus está llevando a una situación límite. Además, el Fondo dispone, de hace ya tiempo, de los recursos para articular esas ayudas con que facilitar la continuidad de la actividad empresarial y el correspondiente mantenimiento de cientos de miles de puestos de trabajo.

Sin embargo, el escándalo Plus Ultra parece haber atenazado a los responsables de la SEPI que, por si acaso, optan por aplazar sine die cualquier decisión. Una inacción que puede llevar a consecuencias tan dramáticas como evitables, pues el riesgo del préstamo a Plus Ultra no es nada en comparación con el daño ya causado por la paralización de las ayudas a otras empresas. Un deterioro que se acrecienta a medida que pasan los días sin que nada se mueva. Y tan tranquilos.