Polémica lingüística

La tontería de Casado

La frase del líder del PP sobre la lengua que se habla en Balears es un desafío al sentido común, a la ley e incluso a su propio partido

Pablo Casado

Pablo Casado

Albert Branchadell

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El pasado 24 de julio, el presidente nacional del Partido Popular, Pablo Casado, se lució en el peor de los sentidos en su discurso de clausura del congreso regional de su partido en las Islas Baleares. En un pasaje de acerada defensa de la "libertad lingüística", que se puede no compartir pero que resulta razonable, a Casado se le ocurrió decir a los baleares "que no habláis catalán; habláis mallorquín, habláis menorquín, habláis ibicenco, habláis formenterés". Es posible que la frase fuese una improvisación del momento (la pista nos la da el neologismo "formenterés" en lugar de "formenterano"). Improvisada o no, lo cierto es que la frase de Casado es un desafío al sentido común, a la ley e incluso a su propio partido.

El sentido común estaría representado por la disciplina que se conoce como "romanística internacional": sin perjuicio de las variedades insulares, la comunidad científica no tiene ninguna duda de que la lengua autóctona de las Islas Baleares responde al nombre de catalán. Una muestra local de ese sentido común nos la da el diccionario de la RAE, que reconoce sin rodeos que el mallorquín, por ejemplo, es la "variedad del catalán que se habla en Mallorca".

El pronunciamiento de Casado también desafía a la ley, y no a una ley cualquiera, sino a una ley orgánica del Estado conocida también como Estatuto de Autonomía de las Islas Baleares, cuyo artículo 4 establece la oficialidad, junto al castellano, de "la lengua catalana, propia de las Illes Balears".

El revisionismo lingüístico exhibido por Casado en Palma se añade al revisionismo histórico exhibido en el Congreso

Sin duda, los más curioso del caso es que, con su desafortunada frase, Casado también desafió al programa electoral del PP balear en las últimas elecciones autonómicas, en cuya página 6 los populares dicen que "defendemos que el castellano y el catalán, propio de las Illes Balears, deben situarse en un plano de igualdad". (En esta línea es interesante constatar que Casado pronunció su discurso desde un atril con una inscripción tan sospechosamente catalana como '16 Congrés Autonòmic PP Illes Balears Juliol 2021' y con un telón de fondo presidido por el eslogan 'Centrats en l'alternativa').

Como puede verse, desmontar la afirmación de Casado requiere poco esfuerzo y acaso no merecería un artículo. Afortunadamente, la ocurrencia del presidente del PP da pie a algunas reflexiones de más alcance.

En primer lugar, lo que dijo Casado en Palma el día 24 no es un hecho aislado. Forma parte de la deriva en la que se ha instalado la dirección nacional del Partido Popular de un tiempo a esta parte, cuyo clímax se alcanzó el 30 de junio, cuando Casado se permitió flirtear con la dictadura franquista, nada más y nada menos que en el Congreso de los Diputados. Ni la República era "democracia sin ley" ni el régimen de Franco puede reducirse alegremente a "ley sin democracia", y menos ignorando que entre una cosa y la otra ocurrió un suceso que la historiografía internacional conoce como "Guerra Civil Española". En otras palabras, el revisionismo lingüístico exhibido en Palma se añade al revisionismo histórico exhibido en el Congreso, que tuvo su 'bonus track' en la jornada "Concordia, Constitución y Patriotismo" del pasado 19 de julio, en la que Casado escuchó complacido las tesis revisionistas del ex de VOX y exministro de UCD Ignacio Camuñas. (No es casual que, en esa jornada, Casado anunciara una ley "de concordia" para sustituir a la actual Ley de Memoria Histórica o la nueva Ley de Memoria Democrática que impulsa el gobierno Sánchez.)

En segundo lugar, la frase de Casado en Palma y la deriva en la que se inscribe desmiente a las claras lo que algunos independentistas catalanes todavía proclaman. No señores: el PP y el PSOE no son la misma cosa. A Pedro Sánchez nunca se le ocurriría decir, ni en el congreso del PSIB ni en ninguna otra parte, que en las Islas Baleares no se habla catalán, y por descontado es metafísicamente imposible que el PSOE ande por ahí diciendo que lo del 18 de julio de 1936 no fue un golpe de Estado o defendiendo que una dictadura internacionalmente homologable como la franquista se reduce a un período de "ley sin democracia".

La cosa, pues, va bastante más allá de la tontería de Palma. Y es muy conveniente que los aliados de Sánchez tomen buena nota de ello.

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