La paga de los invisibles
Si la paga covid pretende ser un reconocimiento al esfuerzo y al compromiso en tiempos extraordinarios, no hay duda de que el personal de limpieza debería recibirlo. Pero si es un mecanismo para poner sordina al descontento y la fatiga de los profesionales sanitarios, el personal de limpieza no es necesario en esta ecuación
Imagina su casa, imagina su vida. Vamos, es fácil. Puedes tirar de tópicos, probablemente acertarás. Sueldo bajo, muy bajo. Las cuentas, un encaje de bolillos. Que no se suelte ningún hilo, por Dios, que no se suelte… Durante toda la pandemia estuvo ahí. Sigue estando ahí. Un trabajo silencioso, casi invisible. Imprescindible. Un cursi la llamó ángel. Ella se rio, sin ganas. Y siguió limpiando.
El Parlament, con los votos de ERC, Junts y Vox, ha rechazado extender la ‘paga covid’ que ha recibido el personal sanitario a los trabajadores de limpieza del sector. La paga extra ha oscilado entre los 350 y los 1.350 euros, según la categoría profesional del trabajador y su exposición al covid-19. Se ha extendido a todos los profesionales del sistema público y concertado de la sanidad catalana (médicos, enfermeras, auxiliares, celadores y fisioterapeutas), también al personal de las residencias de ancianos. Pero los trabajadores de limpieza han quedado excluidos. Poco importa que su tarea sea imprescindible para eliminar el virus de los centros sanitarios. Tampoco que su trabajo se haya realizado, en muchas ocasiones, sin el material de protección necesario. De nada han valido las extenuantes jornadas laborales que muchos se han visto obligados a desarrollar ni la presión psicológica sufrida. Si todas estas consideraciones no han sido suficientes para otorgarles la paga extra, cabe preguntarse cuál es la verdadera motivación del emolumento.
No deja de ser chocante la extraña alianza que tiró por tierra la paga extra: los dos partidos independentistas, socios de Gobierno y la formación de extrema derecha
Si la paga covid pretende ser un reconocimiento al esfuerzo y al compromiso en tiempos extraordinarios, no hay duda de que el personal de limpieza debería recibirlo. Más aún si tenemos en cuenta la precariedad de su trabajo. Pero si la paga extra es un mecanismo para poner un poco de sordina al descontento y la fatiga de los profesionales sanitarios, para colocar una tirita en la vieja herida aún abierta de los recortes y, en fin, para definir una imagen de gobierno complaciente con los ‘héroes’ de la pandemia, el personal de limpieza no es necesario en esta ecuación. Su capacidad de lucha es limitada. Ya se sabe, el mercado impone sus leyes y hay clases, claro que hay clases. La exclusión de la paga es económica y políticamente comprensible. Ética y socialmente resulta deleznable.
No deja de ser chocante la extraña alianza que tiró por tierra la paga extra: los dos partidos independentistas, socios de Gobierno y la formación de extrema derecha. Parece que el reconocimiento de los trabajadores más precarios no entra dentro de las prioridades de unos partidos que hacen ostentación de las banderas. Nada que sorprenda excesivamente en el caso de Junts. Otra cosa es la servidumbre que ERC se sienta obligada a pagar.
Y ahora, vuelve a imaginar su vida, sus días. Quizá pagó su trabajo con un contagio. Seguro que lo cobró con mezquindad. Ahora se le añade el ninguneo público. No, ella no es digna de un reconocimiento por su trabajo. Ella es la silenciosa, la invisible. ¡Qué rápido se tira a la basura la etiqueta de imprescindible!
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