Jóvenes y covid

Negar y negarse

¿A partir de qué edad se puede culpabilizar a alguien por conductas asociales? ¿Dieciocho? ¿Treinta y dos? ¿Cuarenta? ¿Nunca?

Jóvenes de botellón en la Barceloneta.

Jóvenes de botellón en la Barceloneta. / Jordi Otix

Xavier Sardà

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Según cifras estimadas, un notable porcentaje de los jóvenes contagiados de coronavirus en Catalunya no se confinan. Hay quien dice que no tenemos que culpabilizar a los jóvenes. ¿A partir de qué edad se puede culpabilizar a alguien por conductas asociales? ¿Dieciocho? ¿Treinta y dos? ¿Cuarenta? ¿Nunca? 

Cuando los progresistas abordan la cuestión, siempre es en tono exculpatorio hacia la juventud. Paternalismo. Si uno critica a los jóvenes puede reverberar facherío y le acusarán de dogmatismo. Insisto, las culpas siempre a los padres o la escuela.

No hablamos hoy de las conductas irresponsables que hacen aumentar los contagios exponencialmente. Hablamos hoy de quienes, sabiéndose potencialmente positivos, no se confinan.

Leo que se reparte el mea culpa entre las familias y los encargados de una enseñanza media y superior que "infantiliza a los jóvenes". Dicen que la universidad se ha convertido en una especie de escuela primaria: se le da a la gente verdades en lugar de alentar la reflexión. En realidad, se supone que, a mayor formación académica, más conciencia personal y social, pero no siempre es así.

Ya tenemos dos jóvenes fallecidos en Catalunya, aseguran que habrá más muertes de jóvenes por covid en las próximas semanas. Entre ellos, el 19% tendrá covid persistente.

Luego está el tema de los negacionistas que argumentan que tienen el perfecto derecho a no vacunarse. Si negarse a la vacuna solo les perjudicase a ellos, sería plausible. Pero su nefanda libertad contribuye también a otorgársela al virus. Entre los que no se confinan y los que no se vacunan, nos echan por encima toneladas de heces morales y víricas.

Buen agosto a todos, volvemos en septiembre. Como cada verano, releeré fragmentos del 'Diario' de Anne Frank. Su foto en la portada, su sonrisa, la expresividad infinita de su mirada, los escritos durante el tiempo que estuvo escondida con su familia y su atroz muerte en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Tanta vida y tanta muerte…

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