Historia

El revisionismo del PP

La ley de memoria democrática no descose nada, pero reivindica no olvidar la verdad de lo que sucedió. Es la primera ley que condena y repudia expresamente el golpe de Estado de 1936

Casado (centro) y el exministro Rafael Arias Salgado (izquierda) escuchan las palabras del también exministro Ignacio Camuñas, este lunes en un acto del PP en Ávila.

Casado (centro) y el exministro Rafael Arias Salgado (izquierda) escuchan las palabras del también exministro Ignacio Camuñas, este lunes en un acto del PP en Ávila. / Europa Press / Guastavo Serrano

José A. Sorolla

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La aprobación de la ley de memoria democrática se ha producido en plena ola revisionista sobre la guerra civil y el franquismo, a la que se ha sumado ahora el PP, para no perder una bandera que está en manos de Vox desde la fundación del partido de extrema derecha.

Ya no es solo que Pablo Casado permaneciera el lunes impávido ante la afirmación en un acto en Ávila del exministro de UCD Ignacio Camuñas de que en 1936 no hubo ningún golpe de Estado y de que la responsabilidad de la guerra civil fue de la República, siguiendo así las tesis del seudohistoriador Pío Moa, contrarias a las de todos los historiadores serios. El líder del PP lanzó un “¡qué lujo de discursos!”, tras las intervenciones de Camuñas y del también exministro Rafael Arias Salgado, que calificó al primer ministro holandés, Mark Rutte, de “hijo de puta”. Unos días antes, el 30 de junio, Casado afirmó desde la tribuna del Congreso que “la guerra civil fue el enfrentamiento entre los que querían democracia sin ley y los que querían la ley sin democracia”, equiparando así la República al franquismo.

La primera ley sobre la memoria histórica, aprobada en 2007 en el primer mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, no fue derogada por el Gobierno de Mariano Rajoy con mayoría absoluta, aunque la paralizó retirando las partidas presupuestarias para su aplicación. Ahora, sin embargo, Casado anuncia que derogará cuando gobierne todas las leyes sobre la memoria, que siempre ha rechazado con chanzas y comentarios despreciativos. “Son unos carcas que están todo el día con la guerra del abuelo, con la fosa de no sé quién”, dijo poco después de llegar a la presidencia del PP, de la que ahora se cumplen tres años. Para conmemorar su victoria en las primarias, Casado reunió a la Junta Directiva Nacional y tampoco rectificó ahí sus comentarios revisionistas. Solo dijo que “nadie debe desenterrar viejas heridas” ni “descoser el perdón que sellaron nuestros padres y abuelos”.

La ley de memoria democrática no descose nada –la amnistía de 1977 permanece--, pero reivindica no olvidar la verdad de lo que sucedió. Es la primera ley que condena y repudia expresamente el golpe de Estado de 1936 y se considera homologable a las leyes existentes en otros países europeos. Hay que recordar, en este sentido, que el PP no condenó la sublevación militar de 1936 hasta el 2002, en una comisión del Congreso, 27 años después de la muerte de Franco.

En la misma Junta Directiva Nacional, Casado repitió el discurso apocalíptico que prodiga y llegó a acusar al Gobierno de no actuar dentro de la ley, además de augurar de nuevo que Pedro Sánchez persigue un cambio de régimen. También destacó que el PP ha conseguido ya la hegemonía en el centroderecha en línea con otras afirmaciones, en el sentido de que Vox ha dejado de ser un peligro y una alternativa para el PP. Este triunfalismo está desmentido, sin embargo, por los hechos. La misma decisión de secundar a la extrema derecha en el revisionismo histórico es una clara muestra de lo que el PP sigue temiendo a Vox.

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