El magma ultra

El PP de Pablo Casado coquetea con las teorías que pretenden dar un sustento legítimo al golpe de Estado franquista. El Gobierno de la República se lo buscó, vienen a decir, por su incapacidad, por su ineptitud. El planteamiento es una aberración. Juzgar el resultado de las urnas y justificar un golpe militar correctivo te sitúa en un bando, y no precisamente en el democrático. Casado se aproxima al revisionismo de Vox. Una mirada que sobrevuela el pasado con la voluntad de transformar el futuro. 

Blanquear un golpe de Estado apelando al mal gobierno democrático es abrir una peligrosa grieta en el Estado de derecho. ¿Quién juzga si es bueno o malo un gobierno, además de los ciudadanos en las urnas? ¿En base a qué criterios? ¿Quién avala al que se siente legitimado para aplicar la corrección de las urnas? En el subsuelo de nuestra democracia se mueve un magma ultraderechista que está perdiendo el miedo. Aparece aquí y allá tomando distintas formas, pero compartiendo un mismo fondo. Un día es una paliza mortal a un homosexual, otro es una defensa de la España uniforme y excluyente. Subyace la idea de los buenos o los malos españoles. Y la amenaza nos pilla con el poder judicial bajo sospecha. 

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