Ocio y pandemia

Sin Eivissa se hunde Europa

El silencio de las discotecas ibicencas define al covid como el mayor colapso europeo hasta la fecha

Una discoteca de Ibiza

Una discoteca de Ibiza / Archivo

Matías Vallés

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Es obligado desprenderse de los lamentos pequeñoburgueses de los tenderos autóctonos para disparar por elevación, como hace Frédéric Beigbeder en su ‘Biblioteca de supervivencia’. Desde el país chovinista por excelencia, se pregunta: “¿qué será de Europa si todas las discotecas de Eivissa permanecen cerradas?”. Entre el rosario de patologías minúsculas causadas por los confinamientos, declarados o solapados, la carencia discotequera lamentada desde el lado correcto de los Pirineos adquiere una dimensión operática. No en vano la isla ibicenca acogió a Freddie Mercury orbitando a Montserrat Caballé en la rendición de ‘Barcelona’ en Ku mayor.

Si hemos entendido bien a Beigbeder, el 'botellón Erasmus' no va a reemplazar con garantías a las noches de espuma en las discotecas ibicencas. La Europa construida en callejones y playas oscuras sin efectos especiales alumbrará dirigentes continentales blandos, de espalda doblada ante las farmacéuticas y ante Pekín. Las pistas cerradas se erigen en otro síntoma de falta de ambición de la cultura, que ha renegado durante la pandemia de su carácter esencial, para conformarse con la tarea subsidiaria de alumbrar un enjambre de cantautores de Zoom y de pesadilla.

Las ceremonias iniciáticas en las discotecas de Eivissa adquieren para sus protagonistas el rango de acontecimiento más relevante del año, y por tanto de sus vidas. Unas vacaciones de alto voltaje, en que cada día se confunde con el siguiente, no pueden ser suplantadas por una semana languideciendo frente al mar con toque de queda. La contemplación del baile como espiral de contagios olvida que el frenesí supone la resurrección de los cuerpos.

El hallazgo de Beigbeder, al disparar por elevación, consiste en advertir que una Europa en silencio y sin una proyección desquiciada renuncia a la creatividad del continente. La magnitud de una crisis se mide por el abismo entre el mundo que entierra y el que estrena. El silencio de las discotecas ibicencas define al covid como el mayor colapso europeo hasta la fecha.