Pros y contras

Incapacidad nocturna

No se puede cerrar el ocio nocturno porque forma parte de nuestra vida, de nuestro modo de relacionarnos, de nuestra cultura y, en definitiva, de nuestra libertad

Jóvenes de botellón en la Barceloneta.

Jóvenes de botellón en la Barceloneta. / Jordi Otix

Emma Riverola

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A la una de la madrugada, cierre del ocio nocturno. Este es el anhelo que Albert Batlle, teniente de alcalde de Seguridad de Barcelona, planteó para la ciudad poscoronavirus. “No sé por qué debemos tener la ciudad con actividad hasta las 3 o las 4 de la madrugada", afirmó. Si aún continua preguntándoselo, ahí va un puñado de razones. Porque el ocio nocturno forma parte de nuestra vida, de nuestro modo de relacionarnos, de nuestra cultura y, en definitiva, de nuestra libertad. Porque cerrar obligatoriamente a la una significaría convertir las calles en un inmenso botellón, ¿o también quiere imponer el toque de queda de forma perpetua? Los problemas de orden público no se solucionan expulsando a los vecinos de las calles a horas prematuras. O, sí, se solucionan, pero en regímenes muy distintos al nuestro. Porque matar la noche de Barcelona sería dar la estocada a la ciudad

Mojigatería, autoritarismo, desconexión de la realidad… cuesta entender cuál es la combinación de motivaciones que llevó a Batlle a declarar tamaño despropósito, pero si en el trasfondo hay un sentimiento de incapacidad de mantener la calma de las noches barcelonesas, estaría bien que lo manifestara. El error no está en los horarios.

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